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Iglesias venezolanas anticipan nueva ola migratoria tras dudosa elección de Maduro

Los evangélicos hacen un llamado a la paz en medio de la violenta represión contra los manifestantes opositores.
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Iglesias venezolanas anticipan nueva ola migratoria tras dudosa elección de Maduro
Image: Jesús Vargas / Stringer / Getty
Manifestantes protestan en Venezuela contra la victoria de Nicolás Maduro en las elecciones presidenciales tras el anuncio oficial de su triunfo.

El pasado domingo, el pastor César Mermejo predicó sobre la esperanza en tiempos difíciles a los miembros de su iglesia en Maracay, una ciudad de 1.3 millones de habitantes situada cerca de la costa caribeña.

Pero lo hizo a través de un archivo de audio pregrabado que distribuyó por WhatsApp, siguiendo la advertencia del gobierno venezolano contra las reuniones presenciales el día de las elecciones del 28 de julio.

En su transmisión digital a los miembros de la iglesia Comunidad Cristiana Mizpa Dios de Esperanza, Mermejo les recordó el Salmo 98:1, que afirma que el Señor «ha hecho maravillas», mientras reconocía que algunos miembros de su congregación probablemente se sentían más como el orador del Salmo 43:5, que preguntaba: «¿Por qué estás tan abatida, alma mía? ¿Por qué estás tan angustiada?».

Muchos venezolanos estaban ansiosos esa noche, esperando un cambio que pusiera fin a los casi 12 años de gobierno de Nicolás Maduro y a los 26 años de gobierno socialista desde que Hugo Chávez subió al poder con el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV). Pero otros estaban temerosos, ya que Maduro había advertido que el país podría enfrentarse a un «baño de sangre» si no ganaba las elecciones [enlaces en inglés].

Tras un retraso en la divulgación de los resultados parciales, el Consejo Nacional Electoral, cerca de la 1 de la madrugada del lunes, declaró que Maduro era el ganador.

El candidato opositor Edmundo González Urrutia no admitió su derrota, sino que afirmó que se había cometido un fraude electoral y se declaró presidente electo. El lunes por la noche, la gente salió a las calles en ciudades de todo el país, exigiendo un recuento.

A lo largo de la semana han continuado las manifestaciones, y el gobierno ha resistido las protestas con gas lacrimógeno. También han aparecido informes de personas no identificadas que le han disparado a los manifestantes. Hasta el 1 de agosto, al menos 11 personas han muerto y más de 1000 han sido detenidas.

Muchas iglesias evangélicas venezolanas se han unido al coro de voces que rechazan el resultado proclamado por las autoridades electorales y sospechan que se cometió un fraude. Algunas, por el contrario, apoyan a Maduro, agradecidas por sus esfuerzos al proporcionar recursos tangibles a sus miembros.

En primer lugar, los líderes evangélicos han hecho un llamado a la paz. En su papel de presidente del Consejo Evangélico de Venezuela, Mermejo aconsejó a las iglesias locales cancelar los servicios de culto en el futuro previsible «por la seguridad de sus miembros».

El consejo también instó a los cristianos a orar por el país con «calma y cordura» y pidió «se produzca la revisión de las actas de escrutinio de las elecciones presidenciales en un proceso transparente, de acuerdo a lo previsto en la legislación».

Las protestas electorales suponen un reto más para un país que tuvo que hacer frente a un grave colapso económico, hiperinflación, inestabilidad política y una crisis humanitaria, a pesar de albergar las mayores reservas de petróleo del mundo. La Organización de las Naciones Unidas calcula que 7.7 millones de venezolanos viven actualmente fuera del país, una cifra que ha desestabilizado aún más a la nación y a sus iglesias. (La población que permanece en el país es de 29.4 millones).

La pérdida de tantos conciudadanos ha afectado personalmente a José de los Santos Rodríguez, expastor de la Primera Iglesia Evangélica Libre de Maracaibo. Su congregación, de apenas unos 50 miembros, estaba situada a 130 kilómetros de la frontera colombiana, en lo que fue una ciudad floreciente y un centro de negocios para las compañías petroleras.

Pero Maracaibo «se convirtió en un montón de basura», dijo. «Las personas comenzaron a salir casa por casa a pedir comida».

Hace dos años, la iglesia cerró sus puertas después de que todos sus miembros abandonaran la ciudad.

«La mayoría de las personas se fue del país sin ningún plan, sin siquiera consultar a Dios», dijo. «Se fueron porque no tenían trabajo y porque lo que ganaban no alcanzaba ni siquiera para pagar sus pasajes».

Rodríguez se mantiene en contacto con los antiguos miembros de su iglesia, y les graba y envía devocionales diarios de 20 minutos.

«Tengo gente en Colombia, Chile, Argentina, Uruguay, México, Estados Unidos, España y Perú», dijo.

Hoy, los miembros de su iglesia forman parte de los casi tres millones de migrantes venezolanos en Colombia, el millón y medio en Perú, y el medio millón en Brasil y Chile, respectivamente. Para muchos de estos inmigrantes, las organizaciones cristianas han desempeñado un papel clave al ayudarles a construir sus nuevas vidas.

Entre ellos está Darvin Delnardo Tehn, líder juvenil de Encuentro con Cristo, una iglesia evangélica de Santiago de Chile fundada por inmigrantes alemanes y que dirige una organización sin ánimo de lucro que ofrece alojamiento a corto plazo a familias migrantes. En 2017, a los 27 años, Delnardo, graduado universitario, dejó un trabajo sin futuro y su ciudad natal de Colonia Tovar, cerca de Caracas, para comenzar una nueva vida en Chile.

Muchos apoyaron el salto de fe de Delnardo.

«Me fui de Venezuela con la bendición de mi familia y mi iglesia», dijo. «Mi pastor siempre intercede por mí».

El pastor de Delnardo, Ender Urribarrí, confirmó que Delnardo le confió su plan de emigrar. Urribarrí no trató de disuadir a Delnardo, pero le pidió que se preparara para entender los retos culturales de un nuevo país. Y lo bendijo, no sin antes darle un mensaje: «No te olvides de quién eres en Cristo. Tienes una misión allá».

«Dios nos da la alegría de exportar líderes de la iglesia a otros países. ¿No es maravilloso?», dijo Urribarrí.

Como sus feligreses han empezado a emigrar, Urribarrí, que dirige la Iglesia Evangélica Encuentro con Dios en Colonia Tovar, ha ideado un plan para ayudarles a mantener una presencia pastoral en sus vidas mientras afrontan la incertidumbre y las dificultades. Durante los dos primeros años, se comunica constantemente con los emigrantes. Después de eso, espera que ya estén bien conectados en una nueva iglesia local y su comunicación disminuye a un llamado cada tres meses. Luego, les llama dos veces al año.

Su estrategia ha funcionado hasta ahora, afirma. «Cuando visitan Venezuela, vienen a nosotros. Siguen diciendo “esta es mi iglesia”», afirma.

Ahora Urribarrí está emocionado por el futuro: «Quiero seguir viendo lo que Dios hará en la iglesia y en mi país».

Rodríguez da gracias a Dios porque, a pesar de que su antigua congregación se dispersó, ha podido seguir sirviendo en el ministerio a tiempo completo. Él y su esposa reciben pensiones (aunque suman menos de 10 dólares al mes), y también recibe el bono de guerra, un subsidio que paga el gobierno a los jubilados y que añade 100 dólares a los ingresos mensuales de la familia. Sin él, se vería obligado a gastar todo su dinero en medicamentos para la hipertensión.

«Cada vez que necesitamos algo, hay alguien que nos ayuda», afirma.

Rodríguez no cree que el cambio en su país llegará por la presión ejercida por entidades extranjeras, tales como el gobierno estadounidense, la Unión Europea y la Organización de Estados Americanos. (El 1 de agosto, el secretario de Estado de los Estados Unidos, Anthony Blinken, emitió una nota felicitando a González por su triunfo en las elecciones en Venezuela y afirmando que la pretensión de una victoria de Maduro no representa la voluntad del pueblo venezolano).

«El Señor y su justicia cambiarán el país», dijo Rodríguez. «No sé cuándo sucederá, pero sé que llegará».

Hasta entonces, los cristianos de Venezuela tendrán que seguir buscando formas de sobrevivir y ayudar a sus conciudadanos.

«Lo que nos mantiene aquí en este país, luchando, es el amor que le tenemos a esta tierra y la fe que tenemos en el Señor de que él puede traer una respuesta para Venezuela», dijo Yosleiker Pérez, pastor del Ministerio Extendiendo el Reino de Dios, una iglesia pentecostal en el norte de Caracas. «Y para los que creen, todo es posible».

[ This article is also available in English. See all of our Spanish (español) coverage. ]

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