Está leyendo la traducción al español del ganador del Segundo Concurso anual de Ensayo de Christianity Today en chino. Obtenga más información sobre este certamen y el trabajo multilingüe de CT, y consulte los ensayos ganadores escritos originalmente en portugués, francés, indonesio y español.

---

Entonces José dijo a sus hermanos: «¡Acérquense! Cuando ellos se acercaron, él añadió: Yo soy José, el hermano de ustedes, a quien vendieron a Egipto» (Génesis 45:4, NVI).

«Acérquense» es una afirmación simple. Sin embargo, indica un acto de restauración.

José, la víctima, dirigió unas palabras aparentemente ordinarias a sus hermanos, los victimarios. Había experimentado una acumulación de heridas procedentes de un pasado desafortunado y de emociones encontradas. Las penas de su pasado lo acechaban de día y de noche tras la traición de sus hermanos. Al enfrentarse a quienes un día fueron sus agresores, ahora desde una posición de prosperidad y poder, él podría haberse vengado fácilmente de ellos para aliviar su dolor psicológico y práctico. Sin embargo, en lugar de ello, optó por alabar a Dios por su providencia, revelar su identidad a sus hermanos y mostrarles misericordia (Génesis 45:5).

«Acérquense» es una palabra que también puede haber surgido en las pesadillas de un José profundamente herido. De joven, José era tan inocente que incluso después de que Dios le revelara una visión en sueños, se acercó a sus hermanos y la compartió con ellos sin reservas. Sin embargo, esto solo hizo que se pusieran celosos de él. Más tarde, cuando su padre Jacob le pidió que fuera a ver a sus hermanos, salió a buscarlos obedientemente. Sin embargo, cuando sus hermanos se «acercaron» a él, fue solo para intentar matarlo y venderlo. Ese «acercamiento» causó el mayor daño que José haya recibido.

La intención asesina de los hermanos de José también reveló la maldad de sus corazones. Cuando José los acusó de ser espías y los puso en la cárcel por tres días, «se decían unos a otros: “Sin duda estamos sufriendo las consecuencias de lo que hicimos con nuestro hermano. Aunque vimos su angustia cuando nos suplicaba que le tuviéramos compasión, no le hicimos caso. Por eso ahora nos vemos en aprietos”» (Génesis 42:21). Su encarcelamiento les recordó el mal que le habían hecho al joven José, y los llevó a pensar que su infortunio era un castigo de Dios.

Article continues below
Hermano contra hermano

Al igual que en la historia bíblica del conflicto entre hermanos en la historia de José, a menudo oímos hablar en las noticias de discordias y luchas entre hermanos, padres y cónyuges. Las relaciones familiares deberían brindarnos una sensación de seguridad, comodidad y libertad; sin embargo, algunas familias pueden provocar sentimientos de miedo e impotencia.

Es común encontrar familias con relaciones fracturadas. Las relaciones que deberían ser las más íntimas y estrechas pueden verse gravemente dañadas a causa de los prejuicios de los padres, las diferencias generacionales y de personalidad, y la capacidad —o incapacidad— de cada persona para responder ante el conflicto.

La rivalidad entre hermanos es un problema universal. El año pasado, una niña japonesa de 11 años registró cien discusiones entre sus tres hermanos en un lapso de diez días para un proyecto de verano.

En algunos casos, el conflicto surge cuando hermanos y hermanas se pelean por las herencias familiares. En otros casos, surge a causa de valores culturales como mostrar respeto y deferencia hacia los mayores. Tomemos el ejemplo de dos hermanos chinos que cuidaban de su padre enfermo de demencia. El hermano menor se ofreció voluntariamente para asumir más responsabilidades en el cuidado de su padre porque sentía que su hermano mayor tenía baja autoestima y carecía de capacidad para tomar decisiones. Sin embargo, con el paso del tiempo se sentía cada vez más frustrado porque su hermano mayor no cooperaba con los cuidados.

Después de asistir a terapia, el hermano menor se dio cuenta de que el mayor lo percibía como irrespetuoso por actuar como si él estuviera a cargo. Al mejorar sus estilos de comunicación y sus esfuerzos de colaboración, los hermanos pudieron entenderse mejor. El conflicto se convirtió en una oportunidad para reconciliar antiguas diferencias.

Article continues below
El valor del perdón

Las disputas entre hermanos pueden ocurrir todos los días, y los agravios pueden hacerse cada vez más profundos. A menudo es difícil que alguien pueda intervenir y servir como mediador, ya que es difícil determinar lo que está bien y lo que está mal, puesto que los papeles de agresor y víctima pueden ser dinámicos e intercambiables.

La relación entre víctima y victimario es compleja, enmarañada y, a menudo, de larga duración. El agresor parece ejercer un poder excesivo para oprimir e intimidar a la víctima. Sin embargo, las acciones de opresión y daño del agresor pueden provenir de un corazón lleno de miedo y cobardía. Algunos agresores pueden querer acercarse a sus víctimas, pero utilizan formas malsanas de expresarse y no hacen sino seguir perpetuando el daño.

Hoy en día, las víctimas de maltrato doméstico pueden buscar apoyo en instituciones o iglesias para recibir asesoramiento y ayuda para su cuerpo, mente y alma. Y si los agresores tienen conciencia de su problema, también pueden buscar orientación y ayuda. Estas son algunas de las formas y medios apropiados para desenredar relaciones enmarañadas y avanzar hacia la reconciliación dentro de la unidad familiar.

Sin embargo, el estado del corazón de cada persona es el elemento determinante.

Estoy convencido de que cuando José echó la mirada atrás y se dio cuenta de que su sufrimiento podía reflejar la misericordia y la bondad de Dios (Génesis 50:20), la sombra de su corazón se desvaneció y su dolor encontró alivio. Fue capaz de liberarse de los grilletes de la victimización y extender una rama de olivo de restauración a sus hermanos al decir: «Por favor, acérquense a mí».

Cuando José, la víctima de esta historia, dio un paso inesperado hacia la reconciliación con sus hermanos, estos cobraron conciencia de sus faltas y se condenaron a sí mismos por sus errores pasados.

La reconciliación es el primer paso para la restauración de toda relación quebrantada, y ofrece la posibilidad de poner fin a los ciclos de abuso dentro de esa relación. Este no es el camino del mundo que sugiere intercambiar violencia por violencia, sino el camino bíblico que demuestra que es posible vencer el mal con el bien (Romanos 12:21).

Article continues below

Joe Shing Yung Tsoi ha sido editor durante más de diez años en una institución cristiana de Hong Kong. Ha editado docenas de libros y revistas. Tiene un máster en lengua y literatura chinas por la Universidad Bautista de Hong Kong, y uno más en estudios cristianos por el Seminario Bíblico de la Alianza de Hong Kong.

Traducción de chino a inglés por Yiting Tsai.

Traducción de inglés a español y edición en español por Livia Giselle Seidel.

[ This article is also available in English Português Français 简体中文 한국어, and 繁體中文. See all of our Spanish (español) coverage. ]