La historia de los tres sabios, como los llama Mateo, tiene un efecto especial de misterio y alegría, y los cristianos la celebran desde hace mucho tiempo en una fiesta especial llamada Epifanía. La palabra griega epipháneia significa «aparición» o «revelación». Por supuesto, la Biblia está llena de grandes epifanías: la zarza ardiente que hizo que Moisés se acercara y se encontrara con Dios fue una epifanía; la visión de Isaías en el capítulo 6 del «Señor excelso» fue una epifanía; los cielos abiertos en el bautismo de Jesús fueron una epifanía. Entonces, ¿cómo llegó a llamarse Epifanía este momento concreto del Evangelio de Mateo? La respuesta radica en el hecho de que es de especial importancia para nosotros que somos de ascendencia gentil, es decir, los que no nacimos en la raza judía, el pueblo elegido originalmente.

Leer el Antiguo Testamento a veces puede parecernos como escuchar la larga historia familiar de otra persona, y te hace preguntarte qué tiene que ver realmente contigo. Pero de repente oyes tu propio nombre y te das cuenta de que esta también es tu historia. Esto es lo que ocurre en el momento en que los sabios llegan hasta el niño Jesús. Hasta ese momento, la historia del Mesías venidero se había limitado a Israel, el pueblo del pacto, pero aquí, de forma repentina y misteriosa, tres gentiles han presentido que su nacimiento es una buena noticia para ellos también, y han traído regalos en consecuencia. He aquí una epifanía, una revelación de que el nacimiento de Cristo no es un pequeño paso para una religión local, sino un gran salto para toda la humanidad. Jesús es para todos nosotros, gentiles y judíos por igual.

Me encanta la forma en que tradicionalmente se representa a los tres magos como representantes de las distintas razas, culturas y lenguas del mundo. Me encanta el modo en que el mundo, en toda su diversidad, queda plasmado en el carácter diligente y alegre de estos sabios. Buscaron diligentemente, pero al encontrarlo, «sintieron muchísima alegría». Me encanta la forma en que siguen a una estrella, dejando que los conduzca a algo más allá de sí mismos. He aquí un soneto que intenta expresar un poco lo que esta historia puede significar para nosotros:

Podría haber sido solo la historia de otra persona,
Algunos elegidos reciben un rey especial.
Los dejamos a su propia gloria peculiar,
No pertenecemos, no significa nada para nosotros.
Pero cuando estos tres llegan
nos llevan con ellos,
Gentiles como nosotros, su sabiduría podría ser la nuestra;
Un paso firme que encuentra un ritmo interior,
Un ojo de peregrino que ve más allá de las estrellas.
No sabían su nombre
pero aun así lo buscaron,
Vinieron de otros lugares
pero aun así lo encontraron;
En los templos encontraron
A quienes lo vendieron y lo compraron,
Pero en el sucio establo, tierra sagrada.
Su valor da voz a nuestros inquisidores corazones
Para buscar, para hallar, para adorar, para regocijarnos.

Este soneto, «Epifanía», fue extraído de Sounding the Seasons (Canterbury Press, 2012), y fue usado con permiso del autor.

Malcolm Guite fue capellán y miembro vitalicio del Girton College de Cambridge. Enseña y da conferencias sobre teología y literatura.

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