Humilló a su primera esposa al ostentar públicamente una relación amorosa con otra mujer. Ya va en su tercer matrimonio, mientras Clinton ha permanecido con su esposo a pesar de la despreciable conducta de él.

El llamado de Trump de prohibir a todo musulmán de que inmigre a los Estados Unidos fue una violación fundamental de la protección constitucional de la libertad religiosa.

¿Y qué con respecto a Clinton?

Estoy en grandes desacuerdos con ella. Tanto ella como la plataforma demócrata están equivocados en el aborto— punto y aparte. Y no estoy de acuerdo con Clinton sobre el matrimonio homosexual.

Además, me temo que Clinton no preservará el derecho de muchos años (protegido por los presidentes Clinton, Bush, y Obama) de las organizaciones de base religiosa que reciben fondos públicos de emplear basándose en su creencias. Ella está muy cerca de los billonarios de Wall Street y cometió el grave error de usar un servidor de correo electrónico privado cuando era Secretaria de Estado.

Pero hay mucho que me gusta de Clinton. Tiene una larga historia de trabajar duro por décadas en pro de la justicia racial y económica. Uno de sus primeros trabajos fue el de trabajar como abogada en El fondo para la Defensa de los Niños con el fin de mejorar las vidas de los niños pobres. En la época cuando la injusticia racial y la desconfianza amenazan destrozar a la nación, su experiencia y confianza en las comunidades minoritarias es invalorable. Clinton se da cuenta que los estadounidenses de más escasos recursos han perdido terreno durante los últimos 30 años, y ella ha defendido leyes concretas para aliviar la desigualdad entre los ricos y pobres. Su plan de accesibilidad de la universidad de $350 mil millones ayudaría a que los estudiantes de más escasos recursos puedan costear la educación superior. El aumentar el salario mínimo a $12 y la reducción de impuestos (15 por ciento) para las empresas que comparten sus ganancias con sus empleados ayudaría. Su propuesta de expansión del seguro médico para que cubra a todos los estadounidenses es ciertamente pro vida.

Clinton tiene una manera realista y justa para pagar por estos programas. La clase media recibiría una modesta reducción de impuestos, mientras que los que tienen ingresos anuales de más de $5 millones tendrían un aumento en los impuestos del 4 por ciento. Ella ha prometido cerrar las escapatorias fiscales para las empresas y tomar medidas severas contra las “inversiones” (en las que las empresas se incorporan con una empresa extranjera pequeña y de este modo evitan pagar impuestos en USA). El Comité bipartidista para un Presupuesto Federal Responsable dice que la combinación de aumentos de impuestos y gastos que Clinton recomienda no incrementaría considerablemente la deuda nacional. Clinton también respalda propuestas importantes para proteger al medio ambiente. Y en relaciones exteriores, la antigua senadora y Secretaria de Estado es probablemente la candidata presidencial de más conocimiento y experiencia en décadas. La paz mundial necesita urgentemente un presidente estadounidense que esté completamente familiarizado con la geopolítica y tenga una juiciosa trayectoria.

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¿Cómo se compara Trump? Dado que la única opción significativa este otoño es Clinton o Trump, mi evaluación de Trump es un aspecto apropiado de mi decisión.

Injusto y destructivo

Las partes principales de la agenda económica de Trump son tanto moralmente injustas como económicamente destructivas. Trump propone reducir la tasa efectiva de impuestos del 39.6 por ciento al 25 por ciento—una reducción de impuestos de $275,000 para el 1 por ciento más rico, incluyendo a Trump. Eso es injusticia flagrante ya que hoy, más del 90 por ciento de todos los incrementos de ingresos en todo USA van al 1 por ciento más ricos.

El plan económico de Trump también sería desastroso económicamente, añadiendo $9.5 billones a la deuda nacional en diez años. La cámara de comercio de EE.UU. ha pronosticado una recesión “durante el primer año” de la presidencia de Trump.

Trump promete expulsar a los aproximadamente 11.3 millones de inmigrantes indocumentados, millones de ellos tienen hijos nacidos en este país—y por lo tanto son ciudadanos americanos. Dicho plan desintegraría a millones de familias y desafiaría al mandato bíblico de amar y tomar cuidado del “forastero” (es decir, el no ciudadano). Deportar a 11 millones de personas costaría entre $400 mil millones y $600 mil millones. Y porque no hay suficientes obreros aquí para reemplazar a los aproximadamente 6.8 millones de obreros indocumentados, la economía va a decaer aproximadamente $1 billón.

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Trump distorsiona extremadamente los hechos y hace promesas ridículas. Dijo que los Estados Unidos es “la nación con los impuestos más altos en el mundo.” Los economistas muestran que los Estados Unidos es casi el que tiene los impuestos más bajos de todas las naciones industrializadas (el número 32 de un total de 34 países). Su repetida promesa de hacer que México pague por su muro fronterizo es rotundamente absurda.

Trump dijo que el juez a cargo del caso legal en contra de Trump University debería ser descalificado porque es “mexicano.” Trump se ha referido a los inmigrantes mexicanos como “violadores” y “criminales.” Russell Moore, presidente del comité de políticas públicas de la Convención Bautista del Sur, ha censurado profundamente los mensajes “no-tan-codificados que critican a los afroamericanos y a los inmigrantes.”

Trump ha dicho que el “torturar funciona” y que él “reintroduciría la técnica de tortura tipo ‘submarino húmedo’ (waterboarding) y tácticas muchísimo más peor que el ‘submarino húmedo.’ ” Él ha llamado a matar las familias, aun a los hijos menores, de terroristas—lo cual es un crimen de guerra tanto bajo la ley estadounidense como la ley internacional.

Los evangélicos prominentes censuran a Trump. Max Lucado nunca antes había comentado públicamente sobre los candidatos presidenciales pero este año escribió de Trump: “Él ridiculizó a un héroe de guerra. Se mofó del período menstrual de una periodista. Se burló de un periodista discapacitado.” La actitud de Trump hacia las mujeres es como la de un jefe militar de la Edad de Bronce,” dice Moore. Peter Wehner, que ha servido en las últimas tres administraciones republicanas censura a Trump como un “degenerado moral” y un mentiroso exhaustivo y no arrepentido.” La jactancia de Trump es impresionante. Algunos de sus comentarios más recientes: “Nadie jamás ha tenido más éxito que yo.” “He estudiado el Tratado de Irán en gran detalle, mucho más que nadie.” “Nadie sabe más sobre impuestos que yo, tal vez en la historia del mundo.” “Nadie lee la Biblia más que yo.” Un último ejemplo: “Nadie es mejor en humildad que yo.” Sin embargo Trump ha dicho que él nunca le ha pedido perdón a Dios porque no lo necesita.

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Necesitamos un estadista prudente

¿Confiamos nosotros los cristianos evangélicos que Donald Trump sea un estadista sensato al dirigir al mundo a evitar conflicto y guerra? El presidente de los EE.UU. es el líder del mundo democrático y es el comandante del ejército más grande del mundo. Un presidente prudente, atento que escucha cuidadosamente a los asesores mejor informados es esencial si los Estados Unidos y la China van a evitar un conflicto catastrófico en la próxima década o en la siguiente. Casi todo estadista dice que es urgente evitar proliferación nuclear, pero Trump quiere añadir otras naciones (Japón y Corea del Sur) al club nuclear.

Trump no tiene absolutamente ninguna experiencia en relaciones exteriores o diplomacia mundial. Ha demostrado repetidamente que toma decisiones de forma arrogante e impulsiva. Yo no le puedo confiar el activador nuclear.

En Agosto, 50 oficiales republicanos de gran experiencia en seguridad nacional emitieron una carta pública diciendo que Trump “no tiene carácter, valores, ni experiencia” para ser presidente y añadieron que Trump “sería el presidente más imprudente en la historia norteamericana” y que “pondría en peligro la seguridad nacional de nuestro país.”

El votar por un candidato en vez de otro no significa que uno respalda todo lo que ese candidato apoya. Sencillamente, significa que uno cree que el otro candidato conduciría a peores resultados.

Y en el 2016, existen solo dos opciones significativas: Trump y Clinton. Uno podría votar por el candidato del Partido Libertario o por el del Partido Verde, pero no tienen ninguna posibilidad de ganar. Votar por ellos, o votar escribiendo el nombre de otro candidato que no figura en las boletas, sólo ayudaría a elegir a Trump.

En esta sorprendente elección presidencial sin precedentes, yo no tengo ninguna duda que votar por Hillary Clinton es la decisión correcta.

Ron Sideres fundador y presidente de Evangélicos Para la Acción Social y es autor de más de 30 libros, incluyendo Cristianos ricos en la era del hambre. Es catedrático distinguido en el Palmer Theological Seminary.

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