Durante la Semana Santa, consideramos cómo la cruz de Cristo reconcilia a la humanidad con Dios. Pero para los cristianos palestinos que viven en Israel y que enfrentan opresión y discriminación de manera regular, la Resurrección y su poder para reconciliar a judíos y gentiles ofrece una esperanza suprema.

«La resurrección de Cristo es la prueba definitiva de que el mundo puede cambiar», dijo el teólogo palestino israelí Yohanna Katanacho.

Los cristianos palestinos celebran la Pascua tanto en fechas orientales como occidentales. Aproximadamente 160 000 cristianos palestinos actualmente tienen ciudadanía israelí, y alrededor de un tercio de ellos vive en Cisjordania y Gaza [enlaces en inglés].

Katanacho nació en 1967 y creció en medio de la guerra árabe-israelí que duró décadas y que avivó el odio y la enemistad entre judíos y árabes. Tras haber sido un defensor del ateísmo, Katanacho aceptó a Cristo a la edad de 19 años y ahora es decano académico y profesor de estudios bíblicos en Nazareth Evangelical College en Israel.

El libro de Katanacho, Reading the Gospel of John through Palestinian Eyes, explora las reinterpretaciones que hizo Juan del judaísmo tradicional a la luz de Cristo. «Juan ve que tener a Cristo es la bendición más grande que jamás haya existido, y sin Cristo, no tenemos nada (Juan 3:36). Como resultado, el espacio, el tiempo, la historia, la identidad y la tierra se releen a la luz de la centralidad de Cristo», dijo Katanacho.

Geethanjali Tupps, editora de libros globales, habló con Katanacho sobre el significado de la resurrección de Jesús en la Pascua para los creyentes palestinos y cómo su lectura del evangelio de Juan desafía a la iglesia mundial.

¿Cómo llegó usted a la fe cristiana?

Mi familia era católica romana, pero me volví ateo cuando era adolescente. Cuando tenía 19 años, tuve una experiencia con Dios que me cambió la vida. A las 3 a. m., escuché el sonido de campanas sonando. Cuando me desperté, no podía mover las manos ni las piernas. Estaba aterrado. Traté de liberarme con todas las ideas que me pasaron por la mente, pero no funcionó. A las 5 a. m. le dije a Dios: «Si esto es de ti, te prometo que te buscaré». En el momento en que dije eso, pude moverme de nuevo.

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Después de esta experiencia, comencé a visitar una pequeña iglesia de la Alianza Cristiana y Misionera en la Ciudad Vieja de Jerusalén. Mientras estaba allí, le dije a Dios: «¿Cómo es que eres el Dios de Israel y no el Dios de los palestinos?». Oré para entregarle a Dios mi mente y mi corazón, y luego soñé con un rostro que llenó mi corazón de paz y tranquilidad. Cuando desperté, sentí que alguien susurraba en mis oídos: «Yohanna, esta es la diferencia entre la gracia y las obras. Si quieres seguirme por tu propio esfuerzo, no puedes. Pero si estás en Cristo, estás protegido y Él es mi regalo para ti».

Las barreras en mi mente comenzaron a derrumbarse y así comenzó mi viaje espiritual. En vez [seguir] defendiendo el ateísmo, comencé un estudio bíblico en la Universidad de Belén y, a partir de entonces, otros ministerios cristianos comenzaron a aparecer en otras universidades palestinas.

¿Qué lo llevó a enfocar su erudición en el Evangelio de Juan?

Cuando las personas de todo el mundo leen el Evangelio de Juan, lo ven como un antisemita. Eso es injusto porque, en primer lugar, Juan era judío. Este es un debate judío interno entre los judíos que siguieron a Jesucristo y los judíos que no lo hicieron. Juan necesita ser vindicado en esa área, y su mensaje necesita ser escuchado más claramente.

La idea detrás de mi libro surgió cuando hice la pregunta: «¿Cómo batalla Juan con su propia identidad? Noté que el Evangelio de Juan tiene un gran enfoque en cuestiones relacionadas con la identidad en las declaraciones «Yo soy» (Juan 6:35; 8:12; 10:7,11; 11:25; 14:6; 15:1).

Como palestino con ciudadanía israelí, lucho con mi identidad en medio de una mayoría judía. Quiero celebrar las múltiples identidades que Dios ha diseñado para mí. Sin embargo, en realidad, estas identidades están en conflicto debido a agendas políticas y valores culturales que son incompatibles con las Escrituras. Mis múltiples identidades como palestino, israelí y seguidor de Jesús hacen que algunas personas se sientan incómodas y, en consecuencia, buscan silenciar las partes de mi identidad que no les gustan.

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Estudiar el Evangelio de Juan les brinda a los cristianos palestinos como yo la oportunidad de explorar los estratos de complejidad inherentes a nuestras identidades. Juan era un seguidor de Jesucristo en un contexto mayoritariamente judío. Yo soy un cristiano que vive en medio de una mayoría judía en Israel. Ambos luchamos con nuestra identidad y cómo llevar vidas misioneras en nuestros contextos particulares, lo que implica desarrollar relaciones arraigadas en amar a Dios y al prójimo, y llevar el reino del amor a un mundo lleno de odio.

¿Qué eventos de la Semana Santa explora en su libro?

Escribo sobre las realidades sociopolíticas de la Crucifixión en el Viernes Santo. En muchos círculos evangélicos, la Cruz representa la redención. Pero la Cruz también tiene otras dimensiones teológicas importantes, como la forma en que sirve como símbolo de pacificación.

Donde Roma trató de marcar el comienzo de la paz con la espada durante la Pax Romana (en latín, que significa «paz romana»), Cristo lo hizo al morir en la cruz. Donde Roma introdujo la paz al silenciar las voces proféticas y perpetuar la injusticia, la paz de Cristo ofrece el perdón al transformar los corazones de los opresores y abrir las puertas para la reconciliación con Dios (Lucas 23:34,47).

¿Qué formas de opresión enfrentan los palestinos que viven en Israel?

Somos tratados como ciudadanos de segunda clase. Enfrentamos leyes opresivas e injusticia estructural. Si usted es un ciudadano israelí palestino y se casa con un palestino de los territorios palestinos, su cónyuge no puede adquirir la ciudadanía israelí; ni siquiera una tarjeta de identificación. Esto hace que sea extremadamente difícil para ellos trabajar u obtener cobertura médica del gobierno israelí.

Israel no ha establecido un solo pueblo o ciudad árabe desde su fundación. Algunas de estas ciudades en la región del Negev no han sido reconocidas por el gobierno israelí desde que se fundó Israel en 1948. Las ciudades palestinas-israelíes reciben fondos limitados, aunque la gente paga impuestos en su totalidad. Como resultado, la infraestructura de las ciudades palestinas-israelíes es deficiente. No cuentan con servicios médicos, educativos o gubernamentales. Las casas de las personas son demolidas con frecuencia porque son vistas como viviendas ilegales.

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Al pensar en los eventos de la Semana Santa, ¿qué mensaje tienen para su realidad actual?

Jesús trató con el Imperio romano al sacar a la luz su inclinación por la violencia en la cruz. Él mostró la maldad de ellos al sufrir con los que sufren, como se ve con los ladrones que fueron crucificados junto a Él (Lucas 23:32-43).

Jesús apoyó a las mujeres, los pobres y los marginados no solo empoderándolos o sanándolos, sino también creando un mundo nuevo. El poder de este nuevo mundo es la resurrección. A través del sufrimiento de Cristo en la cruz llegamos a este momento de resurrección. Vemos que la esperanza y la transformación son posibles.

La Resurrección puso fin a la enemistad entre judíos y gentiles. El amanecer de esta nueva «civilización» terminó con un reino en el que hay ciudadanos de segunda clase y creó un reino donde todos los habitantes son ciudadanos de primera clase. Tanto los judíos como los gentiles son iguales en Cristo.

La resurrección de Jesús me anima a ver cómo el amor, la misericordia y la igualdad apuntan a esta nueva «civilización», de la cual los cristianos son misioneros. ¿Cómo podemos ofrecer justicia y perdón verdadero para allanar el camino hacia la reconciliación? Lo hacemos sufriendo con los que sufren injustamente y luchando contra la injusticia porque lastima tanto a los judíos como a los palestinos.

¿Por qué su libro es importante para la iglesia mundial?

Mi libro invita a la iglesia global a reflexionar no solo sobre el Evangelio de Juan sino también sobre la teología contextual de los ciudadanos palestinos de Israel, particularmente en los temas de igualdad e identidad.

Las discusiones geopolíticas a menudo se centran en la creación de dos estados separados, uno para los árabes palestinos y otro para los judíos israelíes. Pero más del 20 por ciento de los ciudadanos israelíes son palestinos. Cuando hablo hebreo con mis vecinos judíos, mi acento revela que soy un ciudadano palestino de Israel. Si surgiera una amenaza de bomba en Israel, yo también estaría bajo amenaza, pero no sería considerado ciudadano israelí sino palestino. Parte de mi identidad estaría bajo ataque.

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La misma situación sucede con Pedro. Cuando Pedro va a Jerusalén, su acento revela sus raíces galileas (Mateo 26:73). Pedro siente la tensión de ser galileo entre los judíos de Jerusalén. Entonces, niega su identidad cultural y lingüística, lo que lo lleva a negar sus normas éticas y, en consecuencia, a negar a Cristo.

Esto tiene un valor contextual y misional: ¿cómo podemos afirmar nuestras identidades lingüísticas y culturales, y afirmar a Cristo al mismo tiempo? ¿Qué debo hacer como ciudadano palestino de Israel y cómo puedo evitar que mi fe cristiana sea marginada? Estas son preguntas legítimas para mí.

¿Por qué su libro es importante también para los lectores palestinos?

Los judíos quieren que Jesús sea judío. Los palestinos quieren que Jesús sea palestino. Creo que ambos enfoques son nacionalistas y nos impiden adorar a Jesús como nuestro Señor y Salvador.

Prevalece la creencia de que el estado de Israel es para personas étnicamente judías. Esto excluye a las personas que no son judías, incluso si son ciudadanos israelíes. Esta no es la visión del Evangelio con respecto al judaísmo de Jesús.

El judaísmo de Jesús puede entenderse escatológicamente. Él redefine el judaísmo de manera inclusiva y encarna sus esperanzas más profundas. Él es el ser humano perfecto que representa una humanidad amorosa y acogedora, en lugar de una exclusivamente etnocéntrica.

El Antiguo Testamento soñaba con tener la ley escrita en el corazón de Israel (Jeremías 31:33), lo que se refiere a conocer a Dios profunda y personalmente. Este sueño está encarnado en Jesús. Los autores del Nuevo Testamento como Pablo entendieron que el judaísmo de Jesús es escatológico cuando dijo que la circuncisión no es «meramente externa y física», sino que requiere una transformación interna donde nuestros corazones sean circuncidados por el Espíritu (Romanos 2:28-29).

El judaísmo escatológico de Jesús no es una amenaza para los palestinos. Es un judaísmo que invita a palestinos e israelíes a ser uno en Cristo, en lugar de un judaísmo exclusivo que expulsa a personas de otras etnias. Esto es lo que la iglesia necesita proclamar desesperadamente.

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Traducción por Sergio Salazar.

Edición en español por Livia Giselle Seidel.

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