Esta es una versión corregida de la traducción publicada en febrero de 2019.

Durante siglos, la iglesia católica fue la única presencia religiosa en las colonias españolas. En las colonias británicas, que luego se convertirían en Estados Unidos, los líderes protestantes priorizaron la evangelización de los colonos, y consideraron que su trabajo sería inútil entre los mexicanos. De hecho, pasaron casi cien años después de la fundación de los EE. UU. para que el protestantismo ganara un punto de apoyo y su primer converso en lo que hoy es Nuevo México. Como explicó el misionero metodista del siglo XIX Thomas Harwood:

Nuevo México debe recibir el crédito por comenzar la obra misionera [protestante mexicana] antes que nadie más. Revisemos... El primer sermón [protestante] que fue predicado en español, especialmente en América del Norte o del Sur, ocurrió en Nuevo México. El primer bautizo [protestante] tuvo lugar en Nuevo México. El primer edificio de la iglesia metodista fundado dentro de la obra en idioma español está en Nuevo México. El primer mártir murió en Nuevo México. El primer converso mexicano [protestante], Don Ambrosio Gonzales, se encontraba en Nuevo México.

Aunque se conocen pocos detalles sobre la vida de Ambrosio Gonzales, Harwood lo conoció personalmente. Su obra publicada en dos volúmenes, History of New Mexico Spanish and English Missions [Historia de las misiones inglesas y españolas en Nuevo México], cubre las décadas entre 1850 y 1910, y retrata a un hombre que fue radicalmente transformado por el poder del evangelio y que pasó su vida tratando de ayudar a su comunidad a conocer al Señor de la forma en que él lo hizo. Aunque no tenía ninguna formación teológica formal, la vibrante fe de Gonzales y su profundo interés por la Biblia lo llevaron a tener un impacto en Peralta, Nuevo México y sus comunidades aledañas. De esta manera, abrió un camino para que otros hombres y mujeres mexicanos siguieran sus pasos de fe.

El desorden político del suroeste

La conversión de Ambrosio puede ser entendida mejor cuando consideramos el contexto de las tensiones geopolíticas de mediados del siglo XIX que asolaban lo que hoy es el suroeste de Estados Unidos. En 1821, México se independizó de España, y el nuevo país se extendía hasta lo que hoy es la frontera norte de los estados de California, Nevada, Utah y Colorado, con el océano Pacífico como su frontera occidental y Texas como su frontera oriental.

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Sin embargo, en 1836 Texas declaró su independencia de México. Menos de diez años después, en 1845, Estados Unidos anexó Texas. En respuesta, esta acción provocó una guerra entre México y Estados Unidos. Cuando Estados Unidos ganó la guerra y superó militarmente a México, lo obligó a ceder lo que hoy es Utah, Nevada, Nuevo México, Arizona y California. De un día para otro, alrededor de 100 000 mexicanos cuyas familias habían vivido en estas tierras durante generaciones, que hablaban español y se identificaban como católicos, ahora eran «extranjeros» en sus propios hogares.

Aproximadamente una década después de que México declarara su independencia de España, algunos misioneros protestantes estadounidenses, como el ministro presbiteriano Sumner Bacon, comenzaron a distribuir Biblias en español en México. Estas Biblias en español y los Nuevos Testamentos en español fueron producidos en grandes tiradas por la Sociedad Bíblica Americana para los esfuerzos evangelísticos que se estaban llevando a cabo en todo el país, según escribió el historiador Paul Barton en Hispanic Methodists, Presbyterians, and Baptists in Texas [Metodistas, presbiterianos y bautistas hispanos en Texas]. Sin embargo, Bacon y otros dieron testimonio de lo difícil que fue hacer obra misionera en México. Independientemente de las intenciones de los misioneros, muchos mexicanos consideraban que el idioma inglés, la fe protestante y la idea estadounidense del destino manifiesto estaban conectados de una forma inquietante. Por lo tanto, conservar su tierra nativa también significaba rechazar la fe protestante. La guerra entre México y Estados Unidos solo contribuyó aún más a afirmar estas creencias. Para que las familias mexicanas se convirtieran al protestantismo tendrían que alinearse con la fe de aquellos que habían tomado sus tierras a través de la conquista militar.

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‘Un encanto para mí’

En 1850, la Sociedad Misionera de la Iglesia Metodista Episcopal envió a Enoch Nicholson y su familia desde Independence, Missouri, a Santa Fe, Nuevo México. Tres años después, Nicholson conoció a Ambrosio Gonzales en el pueblo de Peralta, una comunidad cien millas (160 km) al sur de Santa Fe. Luego de conocer a Gonzales, Nicholson le dio una Biblia. En una conversación con Harwood, Gonzales relató haber recibido este regalo que cambió su vida:

Fue la primera Biblia de cualquier tipo que había visto jamás... El libro fue un encanto para mí. Cuando los demás se fueron, me senté y leí el buen libro. Leí casi todo el libro de Génesis. Luego me dirigí al Nuevo Testamento y leí varios capítulos en San Juan. Uno de esos capítulos fue el catorce —«No se turbe su corazón, etc.»—. Para mí era un libro nuevo. Leí hasta que las gallinas anunciaron el alba. Me acosté en una sala en la misma habitación y pronto me quedé dormido. Cuando desperté, el sol brillaba a través de la ventana sobre mi rostro, pero el Sol de Justicia brillaba intensamente en mi alma. Desde ese día he sido cristiano y protestante.

Aunque Gonzales había pasado toda su vida en una nación cristiana, nunca se había topado con una copia escrita de las Escrituras. La Biblia cautivó sus papilas gustativas espirituales hasta el punto en que leyó todo el Libro de Génesis y otras porciones de las Escrituras en una sola noche. Desde ese día, Gonzales y su familia atesoraron todas las Escrituras, y la Biblia que Nicholson le dio llegó a ser conocida como la «Biblia de Peralta». Según Harwood, «ese fue el punto de partida de la obra protestante en Peralta, si no es que en todo el territorio».

En 1855, la iglesia metodista envió a Dallas Lore para observar la situación en Peralta, Nuevo México, y dar un informe de su condición, según relata el libro de 1904 Our Mexicans [Nuestros mexicanos], del misionero presbiteriano Robert Craig. En los tres años posteriores a la conversión de Gonzales, Lore vio que el converso no había mantenido su fe en secreto. De hecho, 14 conversos mexicanos, siete hombres y siete mujeres, se reunían en su casa. «No hay razón para dudar de su sinceridad. Tienen un buen hombre como líder, Ambrosio Gonzales, y hay mucho que esperar de ellos», escribió Lore en una carta. Antes de irse de Peralta, Lore los constituyó como iglesia y nombró a Gonzales como el líder.

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Después de este reporte hay pocos detalles de la historia de lo sucedido en Peralta hasta que Harwood llegó a Nuevo México en 1869. Para el deleite de muchos, «el pequeño grupo de 14 había aumentado a 42, señaló el misionero». Harwood otorgó una licencia oficial a Gonzales en esa visita y testificó: «No encontré ninguna otra organización en ningún otro lugar de Nuevo México donde los mexicanos tuvieran servicios religiosos».

Un ministerio en crecimiento

Una de las primeras personas que abrazó el protestantismo bajo el ministerio de Gonzales fue Juan Chávez. Chávez era pobre pero conocido como «rico en la fe», incluso cuando fue perseguido por su fe en diferentes ocasiones, presumiblemente por sus vecinos católicos después de haber sido librado «de la esclavitud de Roma». Estaba postrado en cama y a punto de morir, cuando su familia oró por él y tomó la comunión con él. Les dijo a los que estaban junto a su cama: «Mi alma tiene perfecta paz». Una mujer en la habitación, al presenciar el intenso dolor que sufría, comentó: «Cómo desearía que tuvieras un buen médico», a lo que él respondió: «Mi médico está en el cielo». Chávez falleció a la mañana siguiente.

Ambrosio Gonzales y su esposa criaron en su hogar a una joven durante ocho años: Luisa Sedillo. Durante este tiempo, la criaron como protestante a pesar de que la familia de ella seguía siendo católica. Lamentablemente, Sedillo falleció cuando aún era joven. Al igual que con Chávez, la iglesia se reunió alrededor de su cama mientras estaba enferma para cantar y orar con ella. Las oraciones de la iglesia la hicieron sentir «mucho mejor». La iglesia en Peralta también cantó con ella el himno Engrandecido sea Dios (All Hail the Power of Jesus’ Name).

Jesús mi amo es el Rey,
No hay más rey que él
Sacad las diademas ya,
Y coronad a Él

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La familia de la iglesia que estuvo con ella en sus últimos días dio testimonio de la vitalidad de las convicciones de Sedillo —una fe que fue nutrida en la casa de los Gonzales—.

Muchos dentro y fuera de Peralta veían a Gonzales como un líder y pastor espiritual. Viajaba a las aldeas de las montañas cercanas predicando el evangelio y realizando diversos deberes pastorales. Una familia que vivía a un día de viaje de Peralta le contó a Hardwood cómo Gonzales había bautizado a algunos de sus hijos. En otra ocasión, Gonzales viajó con un misionero metodista a la aldea de Tijeras. Allí encontraron a una mujer que había sido católica por 50 años, pero que recientemente se había convertido al protestantismo después de visitar a sus amigos en Peralta. Allí escuchó «la lectura de las Escrituras y la explicación del camino a la salvación y, bajo el poder de la Palabra de Dios, el prejuicio que había tenido a lo largo de su vida [contra la fe protestante] cedió, y se convirtió a Cristo».

Estas historias de conversión no ocurrieron sin oposición, principalmente por parte de los católicos romanos. Muchos protestantes recibieron amenazas, fueron atacados con piedras, recibieron disparos de armas de fuego e incluso algunos fueron asesinados. La obra de Harwood relata al menos nueve incidentes diferentes de persecución antiprotestante en Nuevo México desde 1875 hasta 1891.

Gonzales murió en su hogar en Peralta en 1884 a la edad de 72 años. Guió a docenas de personas a poner su fe en Jesús, predicó muchos sermones y fue perseguido por sus creencias. Al igual que aquellos a quienes inspiró, la fe de Gonzales se mantuvo firme hasta el final. En 1908, Harwood, quien confirmó la afirmación de Gonzales de que él fue el primer converso protestante, reflexionó sobre su vida: «El hermano Ambrosio falleció hace mucho tiempo. Pero él siempre fue un cristiano decidido».

La iglesia latina hoy

Ambrosio Gonzales se encontró cara a cara con el Dios de la Biblia cuando leyó las Escrituras. La nueva vida que experimentó en Cristo se convirtió en el mensaje que predicó. A pesar de que carecía de una educación teológica formal, Gonzales plantó y fue pastor de una iglesia en Peralta, y fue testigo del crecimiento de la iglesia de 1 a 42 creyentes durante un periodo de 18 años. Para el año 1900, Nuevo México tenía al menos 87 iglesias establecidas con un total de 2487 miembros. De hecho, en «1900 había 5572 miembros activos en 149 congregaciones latinas en Texas, Nuevo México, Colorado, Arizona y California», según escribió Juan Francisco Martínez en Origins of Protestantism Among Latinos in the Southwestern United States (1836–1900) [Los orígenes del protestantismo entre latinos en el suroeste de Estados Unidos (1836–1900)].

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La iglesia latina en Estados Unidos continúa siendo una iglesia en crecimiento con aproximadamente 7.5 millones de personas que se identifican como evangélicos o protestantes. Los protestantes hispanos de hoy en día no solo tienen ascendencia mexicana sino también caribeña, centroamericana y sudamericana.

La conversión de Ambrosio Gonzales del catolicismo a la fe protestante sigue siendo una experiencia común para muchos latinos. En Los Protestantes, Juan Francisco Martínez describe cómo los católicos hispanos se convierten al protestantismo hoy en día, de los cuales más del 80 % lo hacen porque están buscando una «experiencia más directa y personal con Dios», según estudios realizados en 2003 y 2007 por el Centro Hispano Pew. Si bien esta experiencia personal abarca una variedad de expresiones religiosas, una que siempre tiene un papel clave es la lectura de la Biblia. Así como la vida de Ambrosio fue transformada al leer la Biblia, el historiador y teólogo de la iglesia cubanoamericano Justo L. González observa un fenómeno similar es su libro Mañana:

El gran interés por el protestantismo se basaba en las mismas Escrituras que la Iglesia Católica nos había enseñado a respetar, pero no a leer. Para muchos hispanos, tanto en Estados Unidos como en América Latina, la experiencia de escuchar la Palabra por primera vez y poder estudiarla de una manera nueva fue revolucionaria y liberadora. Después de esto, ya no podían entender cómo alguien podía permanecer vinculado a una iglesia que prohibía o desalentaba la lectura de las Escrituras, y hacían todo lo posible para que otros hispanos pudieran darse cuenta de esta verdad.

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La iglesia protestante latina en Estados Unidos está creciendo, con un rico legado que necesita ser explorado en mayor profundidad. Hay muchas más historias como la de Ambrosio que todavía no se han contado. De hecho, hay más historias como esta que todavía no han sucedido. A medida que el evangelio continúa difundiéndose entre los hispanos en Estados Unidos, hombres y mujeres de diversos orígenes latinos continuarán acudiendo a la salvación por la fe en Jesús y dirán, como lo hizo Ambrosio Gonzales, «el Sol de Justicia brilló intensamente en mi alma».

Eric Rivera (PhD, Trinity Evangelical Divinity School) es el pastor principal de The Brook en Chicago y el autor de Christ Is Yours: The Assurance of Salvation in the Puritan Theology of William Gouge (Lexham, 2019). Él y su esposa, Erikah, también son conferencistas en los retiros «Weekend to Remember» de FamilyLife.

Edición en español por Sofía Castillo y Livia Giselle Seidel.

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