Este artículo fue publicado en colaboración con la Conferencia Nacional de Liderazgo Cristiano Hispano (NHCLC, por sus siglas en inglés).

TESTIMONIO

Historias de maravillosa gracia

Yo tenía 8 años cuando comenzó el torbellino que exacerbó la Revolución Iraní (1979). Desde ese momento hasta los 16 años, el gobierno asesinó a ocho de mis hermanos y hermanas. Fui testigo de esto. Aún mi cuñada, que tenía dos meses de embarazo, fue asesinada aunque la ley Islámica prohíbe expresamente asesinar a una mujer embarazada. Mi madre y otro de mis hermanos estuvieron en prisión durante este tiempo. Desde los 16 hasta los 19 años fui el único cuidador de mi padre, quien estaba sufriendo con la enfermedad de Alzheimer. Durante ese tiempo, Irán e Irak estaban en guerra (1980-1988), y también perdí muchos amigos.

Todos los que amaba—cada persona que me importaba—murieron o fueron asesinados o encarcelados. Yo no podía entender esto. Y me llené de mucha ira. Perdonar parecía fuera de mi alcance.

Nací en Teherán, Irán al final de la década de 1960, el más joven de una familia musulmana numerosa y muy bien conocida. Mi padre era un maestro muy respetado y un alto funcionario en el gobierno, sirviendo en el senado Iraní bajo el Shah y luego como el líder en ambas cámaras del parlamento para el gobierno de transición después de la revolución.

Visión en el valle

Después que la revolución terminó en Diciembre de 1979, fui invitado a participar en muchas actividades políticas por mi apellido. Pero no me uní a ellos. En lugar de hacer eso, argumenté en mi mente con todos—el gobierno, otra gente, mis propios primos. Era muy joven para entender las cosas, y los odiaba a todos. Odié sin saberlo. No estaba consciente de cuánto odiaba, así era yo. Tenía tantas preguntas que no podía contestar.

Yo estaba lleno de ira porque veía a todo el mundo como responsable de la muerte de mi familia—el Shah, el nuevo líder Ayatollah Ruhollah Khomeini, los revolucionarios, los que resistían la revolución. Parecía como si todos tuvieran odio en sus corazones, como si no hubiese nadie con las manos limpias. Quería vengarme de tanta gente—especialmente de mis primos y amigos íntimos que se rebelaron contra nuestra familia y ayudaron en sus muertes y encarcelamientos.

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Cuando tenía 19 años la salud de mi padre empeoró y se me hizo más difícil cuidarlo, enfermándose cuando necesitaba bañarlo. Ahora, hasta mi padre iba a morir frente a mí.

Un día me subí en un coche y conduje a muy alta velocidad en un área remota y peligrosa en las montañas a las afueras de Teherán. Quería morir. Choqué contra la pared que protegía a la gente de caer en el valle que estaba abajo.

Cuando salí del accidente ileso, fui a la orilla de la montaña y vi un valle enorme. Un valle lleno de gente, una ciudad entera. Supliqué en alta voz: ¿Por qué me quitaste todo? Amo a mi hermana y es asesinada. Le digo a otra amiga, "Tú eres como mi hermana", y ella desaparece. Si amo a alguien, desaparece, y ahora mi padre, mi maestro. ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué?

Mientras miraba abajo al valle, una visión vino sobre mí. Vi a millares de personas orando por sus enemigos, en vez de pelear. Desde ese momento, el odio dentro de mí empezó a debilitarse. El perdón empezó a sanarme. Desde ese momento, Alguien me tomó y me ayudó, aunque todavía estaba muy confundido. Tenía muchas preguntas, pero por alguna razón podía mirar a la gente y decir, "Te perdono".

De ahí en adelante encontré mucho éxito. Me casé cuando tenía 20 años y comencé mi propio negocio en finanzas e inversiones el mismo año. Como mi negocio era popular, compré coches y propiedades y albercas, y eventualmente era dueño de 13 compañías. Practicaba el Islam, pero tenía muchas preguntas. Y no tenía paz.

El aroma de Dios

A los 32 años, viajé a la India para ver si el Budismo podría ayudar. En un viaje a Calcuta, le pregunté a uno de los pasajeros si él conocía algunos sitios buenos para visitar. Me habló acerca del ministerio de la madre Teresa.

Llegué a la iglesia bien temprano y un líder nos llevó a un albergue bien grande donde había mucha gente pobre que estaba muy enferma y en malas situaciones. El líder me señaló a un hombre y me dijo: "Cuídalo." No podía creerlo. Se parecía a mi padre. Me mordió los dedos cuando traté de alimentarlo. Había tenido algunos "accidentes" que tuve que limpiar. Padecía de Alzheimer. Allí estaba yo, un hombre de negocios, ayudando a alguien de gratis.

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Miles de cristianos orando por sus enemigos, demostrando amor en vez de odio. Desde que era joven, ésta había sido mi visión.

Más tarde, otro de los líderes me invitó a una ceremonia de bautismo. Había velas, muchas velas, y cantos y aplausos. Pude ver que era algo relacionado con lavarse la cabeza, pero no pude entender. Me preguntaba, ¿por qué están tan alegres? No pude entender ese lugar, pero me gustó estar allí. Por muchos años ese sentimiento permaneció conmigo.

Cuando regresé a Irán, tomé más clases espirituales y decidí emprender un viaje cada año para tratar de encontrar respuestas a mis preguntas.

En el año 2008 hice el hajj, el viaje tradicional de peregrinación a La Meca, y éste fue tiempo de entendimiento y perdón, aunque había tanto que yo no sabía. Hasta pude perdonar a mi tío, quien ejecutó a uno de mis hermanos cuando estaba en prisión.

Después del hajj, decidí que haría cualquier cosa para encontrar paz. Vendí todos mis negocios y le di todo el dinero y todos mis bienes a mi esposa y miembros de la familia. Decidí seguir cualquier señal que Dios me diera.

En el 2009 un amigo me invitó a Suecia. Mientras estaba allí, mi única hermana sobreviviente me llamó. Después de la tortura y del encarcelamiento, se había ido a los Estados Unidos, y ahora me estaba preguntando si quería venir a visitarla. Pero yo no tenía dinero y necesitaba regresar a casa, además las relaciones entre Irán y los Estados Unidos parecían impedir la visita. Pero a través de un milagro, un amigo me ayudó a obtener una visa de viajero por 6 meses, y mi sobrina me consiguió el boleto de vuelo. Llegué a Washington, D.C. en Febrero de 2010, con planes de quedarme por dos semanas.

Durante ese tiempo, mi madre también estaba en Washington visitando a mi hermana, como hacía cada tres años. Me llevó a una clase de Inglés a una iglesia local, porque ella sabe que a mí me gusta aprender. Fui con ella y pensé, Esto huele a Dios. Huelo el olor de Calcuta. Continué yendo a la clase.

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Entonces un domingo fui al servicio de adoración de la iglesia a las 11 de la mañana. No pude encontrar al maestro de la clase, así que me mantuve de pie en la parte de atrás del templo.

No entendí mucho del culto, pero vi a mucha gente cantando alegremente. Luego el pastor se arrodilló al frente y comenzó a orar. Reconocí una palabra: Irán. Me di cuenta que las mil personas reunidas allí con las cabezas inclinadas, arrodilladas, estaban orando por Irán.

Éste es el Irán que enseña "muerte a América", el Irán que quiere matar tus ciudadanos y vecinos. ¿Y ustedes oran por ellos? ¿Es esto el cielo? ¿Son estos ángeles? Miles de personas orando por sus enemigos, demostrando amor en vez de odio. Desde que era joven, ésta había sido mi visión.

De pie en la parte de atrás de aquella iglesia, inmediatamente empecé a llorar, a reírme, y a bailar. No me importó si alguien conocido me viera. Estaba tan feliz. Esto era paz. Esto era el cielo. Finalmente entendí que éste era el lugar donde podía sentir paz.

En mayo 9 del 2010, fui bautizado en esa iglesia. Quería entender la Biblia, y mucha gente me dijo que comenzara con el Libro de Juan. Leía los versículos y pensaba, Sí, todo esto me ocurrió a mí. Esto que lees en esta página, no es solamente un escrito, no es solamente lectura—es mi vida. Es verdadero. Yo soy la oveja perdida a la cual Dios vino a buscar.

Cuando veo cuán bueno es Dios, cuán poderoso y cuán cerca está su Hijo Jesús quien murió por mí, cómo esto le dio sentido a mi dolor y a mi odio, y cómo me ayudó a entender cómo perdonarme y cómo perdonar a otros de una vez por todas—a menudo la Biblia está mojada por mis lágrimas. En Jesús yo puedo entender toda culpa y todo perdón. "Yo te salvé", dijo Jesús. Ahora, yo entiendo.

Majid John (no es su nombre completo) vive con su familia en Virginia. En el 2011 recibió una visa permanente para quedarse en los Estados Unidos. Kate Harris es directora ejecutiva del Washington Institute.

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