Este artículo fue adaptado del boletín de Russell Moore. Suscríbase aquí. [Los enlaces redirigen a contenido en inglés].

Según todos los indicios, la Suprema Corte parece estar lista para anular el precedente de casi cincuenta años que consagra el aborto legal como un derecho constitucional. Como era de esperar, esto no fue bien recibido entre quienes apoyan Roe v. Wade (que, según la mayoría de las encuestas, es gran parte del país).

Algunos están sugiriendo que esto es una manifestación de una especie de teocracia blanda, es decir, que aquellos de nosotros que somos provida ahora estamos imponiendo nuestros puntos de vista religiosos al resto del país. Para otros, la acusación no es que los estadounidenses provida, estén demasiado apurados con el aborto, sino que el aborto es solo un caballo de batalla para los intereses reales, que son la supremacía blanca y el nacionalismo cristiano.

El primer argumento se remonta casi a los días del propio caso Roe: la idea es que la mayoría de las personas que se oponen al aborto lo hacen por un compromiso religioso. Claro, podría haber un ateo provida aquí o allá, dice el argumento, pero la mayoría de las personas en la Marcha por la Vida, o quienes trabajan en los centros de atención al embarazo en situación de crisis son católicos, romanos, protestantes, evangélicos o, a veces, judíos ortodoxos.

Según este razonamiento, oponerse al aborto legal es imponer un cierto punto de vista religioso a otras personas y, por lo tanto, violar la libertad religiosa de quienes no creen que el feto sea una persona humana.

Eso sería cierto, por supuesto, si lo que se pretendiera fuera imponer un dogma religioso. Por eso me opongo, por ejemplo, a que los maestros de escuelas públicas ofrezcan una invitación evangélica al final de un período de clase o a que los gobiernos municipales declaren que la Trinidad es la verdad. Una religión no puede ni debe ser coaccionada.

Creo en la libertad religiosa para todos (judíos, musulmanes, wiccanos, ateos, mis compañeros cristianos evangélicos, etc.) porque creo en los principios fundacionales de este país. Pero también creo en ella porque creo que, sobre la base de la revelación bíblica, el evangelio debe recibirse por la fe, no por la fuerza.

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Creo que es importante no obligar a las personas a aceptar mis doctrinas religiosas, no solo porque creo que eso es evidentemente malo para la sociedad, sino porque creo que confunde el evangelio y daña a la iglesia. Pero eso no significa que las motivaciones religiosas no deban servir como fuente de información con respecto a lo que es importante para los cristianos, o para otros grupos.

Hay todo tipo de problemas que podrían preocuparnos hoy. La pregunta siempre es por qué alguien está motivado para prestar atención a algunos de ellos. En mi comunidad, por ejemplo, personas con diferentes motivaciones trabajan con refugiados afganos y los ayudan a reasentarse, encontrar trabajo y sacar adelante a sus familias.

Una persona podría ser alguien como yo, un cristiano evangélico que cree que debido a que mi historia en Cristo incluye haber huido de Faraón y Herodes, debo preocuparme por las personas en un lugar similar de vulnerabilidad. Alguien más podría preocuparse por estos refugiados porque ella o él mismo fue refugiado(a) proveniente de Cuba hace una generación, y siente cierta afinidad con los que sufren de esa manera.

Una persona podría ser un veterano de la guerra de Afganistán que vio la humanidad de los afganos sufriendo bajo el régimen talibán y por eso quiere ayudarlos. Alguien más podría encontrar al presidente Joe Biden políticamente ofensivo y su motivación está en culpar a la administración por el sufrimiento causado tras haber retirado las tropas de aquel país.

Cada uno de nosotros está sirviendo a los refugiados por motivaciones muy diferentes, motivaciones que a menudo no compartimos entre nosotros. Eso le dice a usted por qué cada uno de nosotros se siente impulsado a actuar, pero no le dice si la acción es correcta o incorrecta.

En algunos lugares, se están redactando leyes para acusar penalmente a las personas sin hogar por dormir en parques públicos. Aquella persona que se opone a esta ley porque se da cuenta de que no se puede maltratar a las personas sin hogar cuando Jesús mismo no tenía hogar, ¿está imponiendo su religión a todos los demás? No, solo está diciendo cuál es su motivación para preocuparse por ciertos seres humanos.

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Su religión dicta su responsabilidad para con el prójimo sin hogar que tiene enfrente, y la noción de que son seres humanos no es una enseñanza específicamente religiosa. El hecho de que el Corán les diga a los musulmanes que cuiden de los pobres no hace que los refugios para las personas sin hogar sean un fruto de la ley sharía. El hecho de que la Biblia le diga a los cristianos que cuiden de «los huérfanos y a las viudas en sus aflicciones» (Santiago 1:27) no hace que el sistema de protección social de acogimiento familiar de los EE. UU. sea una señal de teocracia.

La segunda acusación que se formula a menudo, a saber, que el tema provida se trata realmente de la supremacía blanca, es plausible para muchas personas en este momento. Eso se debe a que hemos visto realidades terribles reveladas en la iglesia y en el mundo en los últimos años, sobre las cuales he escrito repetidamente.

El nacionalismo cristiano es real. Es una amenaza al testimonio de la iglesia, y es un repudio del evangelio de Jesucristo. Y, sí, hemos visto el tema provida ser utilizado a veces por personas cuyos puntos de vista —sobre las mujeres, los refugiados, los discapacitados y otras personas vulnerables— no reflejan de ninguna manera una visión provida holística con integridad o consistencia.

En su libro Bad Faith: Race and the Rise of the Religious Right [Mala fe: El tema racial y el surgimiento de la derecha religiosa], el historiador Randall Balmer, argumenta en contra de la idea de que Roe v. Wade movilizó a los evangélicos a la acción política, diciendo que esto es un mito. Balmer sostiene que el factor motivador fue, de hecho, la reacción violenta de los conservadores religiosos contra las iniciativas de la administración Carter para eliminar las exenciones fiscales de las «academias de segregación» racistas y exclusivamente blancas dirigidas por grupos eclesiásticos.

Balmer no es el único que defiende este caso.

Hace casi 30 años, el historiador Godfrey Hodgson citó al pastor Ed Dobson, hombre clave de Jerry Falwell Sr., diciendo: «La Nueva Derecha Religiosa no comenzó debido a una preocupación por el aborto. Me senté en la trastienda, en la sección de no fumar, con la Mayoría Moral y, francamente no recuerdo que se haya mencionado nunca el aborto como una razón por la que deberíamos hacer algo».

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Mucho es lo que ha sido revelado en los últimos años. Hemos visto muchas causas morales defendidas por líderes cristianos, y los mismos no parecían preocuparse por esas cosas más tarde, sino que solo querían el poder que esos problemas podían traer consigo. Todo esto puede resultar desorientador.

Tal vez usted vio a un pastor predicar sobre evangelismo, y ahora descubre que en realidad solo estaba tratando de acumular números para su propio imperio personal. Pero, ¿ese uso cínico de la Gran Comisión significa que la Gran Comisión es una mentira?

Usar el llamado al evangelismo fue astuto, precisamente porque ese pastor estaba explotando algo verdadero para fines falsos. Eso no significa que todos los que han testificado de puerta en puerta o reunido el coraje para hablar sobre su fe con sus vecinos estén motivados por el ego y el poder.

Incluso con la visión más cínica posible, la pregunta no es si algunos líderes usaron el aborto cuando sus verdaderos objetivos eran contradictorios, es decir, eran cosas inmorales. La pregunta es, si ese es el caso, ¿por qué enfatizar el aborto? ¿Por qué no simplemente movilizar a las personas para preservar la segregación? Uno solo puede movilizar a las personas con algo que realmente les importe.

Cuando uno mira más allá de los agentes de poder y los políticos, uno puede ver innumerables pequeños ministerios provida en todo el país, donde las personas creen genuinamente en preocuparse por el sufrimiento de su prójimo, por el niño no nacido en peligro de muerte, por la mujer embarazada en peligro de enfrentar violencia o pobreza, y por el niño nacido que necesita alimentos y un hogar.

¿Hay quienes usan el aborto simplemente como un garrote para decir: «si no votas por tal o cual candidato o política —que en cualquier otro ámbito serían reprobables—, entonces eres culpable de asesinato?». Sí. Y, ¿hay empleadores a favor del aborto que presionan a las mujeres para que aborten porque se niegan a brindar apoyo y beneficios a las mujeres con niños pequeños? Por supuesto. ¿Cualquiera de estos casos anula la pregunta central? ¿Hay personas que apoyan la democracia porque es la forma en que pueden obtener votos para ocupar un cargo? Sí. ¿Eso significa que la democracia consiste solo en eso? No.

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No deje que sus aliados determinen quién es su prójimo.

Una vez, mientras organizaba un evento sobre la dignidad humana desde el útero hasta la tumba, alguien me dijo que participaría, pero solo si prometía no mencionar a los refugiados, los niños migrantes o temas raciales. Esta persona dijo que era porque pensaba que el término «provida» aplicaba solo al aborto.

Pregunté si podíamos hablar también sobre adopción y acogimiento familiar. Él dijo que sí. Le pregunté si podíamos hablar sobre lo incorrecto de la eutanasia. Él dijo que sí. ¿Sobre la explotación sexual de mujeres y niñas? Sí. ¿Sobre ingeniería genética y otras cuestiones bioéticas? Sí. Entonces me di cuenta de que no quería que se mencionara nada sobre refugiados, niños migrantes o temas raciales porque eso lo metería en problemas con sus aliados políticos.

Me instaron a hacer invisibles a algunas personas porque reconocer su presencia sería inconveniente para alguien con poder. Pero para mí, eso sonaba exactamente como la cultura del aborto, y me negué a evitar hablar sobre esas personas «inconvenientes».

También lo he visto funcionar en el otro sentido. Muchas personas trabajan diligentemente en asuntos de migrantes, refugiados, víctimas de trata o pobreza, pero, ¿cuántos palidecen ante la mención de los no nacidos? No porque no crean que los no nacidos sean personas que merecen protección, sino porque los pondría del mismo lado junto con personas que no les agradan o por quienes no sienten respeto.

Sea cual sea el camino que tomemos, Jesús nos dijo que definir a nuestro prójimo de acuerdo con las expectativas de nuestros aliados tribales no puede conducir a nada bueno. Por eso Jesús eligió a un samaritano como prójimo en su parábola sobre el hombre junto al camino de Jericó. También es por eso que a Jesús no le importó que sus compañeros judíos pensaran que no debería hablar con Zaqueo, puesto que era un recaudador de impuestos que colaboraba ​​con Roma (Lucas 19:1-10). Jesús se preocupó por Zaqueo, no por su posición tribal.

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Y nosotros tampoco deberíamos preocuparnos por eso.

Si los no nacidos están hechos a imagen de Dios —y creo que lo son—, cuidémoslos. Si las mujeres son hechas a imagen de Dios —y creo que lo son—, cuidémoslas. Si la supremacía blanca y el nacionalismo cristiano son del diablo —y creo que lo son—, opongámonos a ellos.

Seamos provida incluso si eso hace que algunos de nuestros aliados «projusticia» se sientan incómodos, y seamos projusticia incluso si eso hace que algunos de nuestros aliados «provida» se sientan incómodos. Y cada vez que nuestro grupo nos diga que el precio de entrada es hacer invisible a otra categoría de personas, entonces digámosles que el precio es demasiado alto.

Russell Moore dirige el Proyecto de Teología Pública en Christianity Today.

Traducción por Sergio Salazar.

Edición en español por Livia Giselle Seidel.

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