Este es un extracto y traducción del libro Knowing God’s Truth, que ganó el Premio al Mérito en la categoría de Jóvenes Adultos de los Premios del Libro 2024 de CT.

Probablemente la mayor crítica a la disciplina de la teología, incluso por parte de los cristianos, es que no es práctica.

No es de extrañar que las personas que no conocen a Jesús no quieran estudiar teología. Lo que a menudo resulta bastante decepcionante es que muchos cristianos ven la teología como algo inútil o como algo que realmente no importa en la vida cotidiana. Quizás aún no hayas oído esto, ¡pero lo oirás!

Hay un sentimiento muy real entre algunos cristianos de que el pensamiento y el estudio teológico cuidadoso son una pérdida de tiempo. Estas personas piensan que los cristianos deberían ayudar a la gente, predicar el evangelio y obedecer a Dios activamente en lugar de aprender acerca de Él y la Biblia.

Entonces, ¿por qué es importante la teología? ¿Por qué dedicar muchas horas a su estudio?

La razón más básica por la que la teología es importante es que se trata de Dios: es el estudio de nuestro Creador, Salvador y Rey. Entonces, en un sentido muy real, el estudio de la teología es el mejor y más importante estudio en el que jamás podamos participar.

No es una pérdida de tiempo aprender más sobre el Dios del universo. De hecho, es probablemente la cosa más valiosa a la que podríamos dedicar nuestro tiempo. Por supuesto, estudiar teología no debería impedirnos ayudar a las personas, compartir el evangelio y obedecer activamente a Jesús; en realidad, debería ayudarnos a realizar estas actividades con más conocimiento y con un amor aún mayor por Dios y por los seres humanos que Él ha creado.

La teología también afecta la forma en que vivimos. Mucha gente no se da cuenta de que cada decisión que tomamos es, en última instancia, una decisión teológica. Todo lo que hacemos es un reflejo de nuestras creencias, especialmente nuestras creencias acerca de Dios. Lo que decimos, cómo pensamos, la forma en que usamos nuestro tiempo, todo esto refleja en última instancia lo que realmente creemos que es cierto sobre el universo y el significado de la vida. Entonces, en este sentido, nuestra teología realmente afecta la forma en que vivimos. Lo que creemos acerca de Dios tiene un impacto en las decisiones que tomamos todos los días —incluso en las más pequeñas—.

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Finalmente, una visión teológica del mundo basada en la Biblia nos ayuda a darle sentido al mundo que nos rodea. Dios, en su Palabra, nos revela las realidades más profundas de nuestro mundo: su papel en la creación, la pecaminosidad de la humanidad, su propósito y plan soberano, y la salvación que está disponible solo a través de Cristo Jesús, su Hijo. Entonces, el trabajo teológico cuidadoso es importante porque nos ofrece una manera de comprender y dar sentido al mundo.

Cuando estudiamos teología, llegamos a ver nuestro propósito al comprender el papel de Dios en el mundo al escuchar su Palabra. La teología sistemática comienza con un estudio de la doctrina de las Escrituras porque sin la revelación de Dios, no podemos saber nada acerca de Dios. Pero, ¿por qué no empezar examinando la existencia, el carácter y las acciones de Dios, ya que Dios obviamente ha existido durante (infinitamente) más tiempo que la Biblia?

Comenzamos con el estudio de las Escrituras porque somos criaturas débiles y finitas que no podemos confiar simplemente en la razón y el pensamiento cuidadoso para conducirnos a la verdad sobre el Dios del universo. Ciertamente se nos podrían ocurrir algunas buenas ideas acerca de Dios, pero no podemos empezar a recorrer este camino de la manera correcta sino hasta que hayamos sentado una base sólida para estudiarlo, discutirlo y pensar en Él. Las Escrituras son ese fundamento.

Podemos llegar a cierto punto en nuestra comprensión de Dios sin la Biblia; podemos ver que Él existe y que es poderoso. No obstante, necesitamos su Palabra para mostrarnos el resto de lo que podemos saber de Él: el resto de las verdades sobre su carácter, sus acciones y la vía de salvación que Él ofrece a través de su Hijo.

Nuestro punto de partida consiste en examinar lo que la existencia misma de las Escrituras nos dice sobre el Dios que creó este mundo: Él es un Dios que habla. Esto tiene implicaciones importantes para la forma en que abordamos las Escrituras. No nos acercamos a la Biblia como a un libro «muerto» en el que buscamos información, sino como la Palabra viva de Dios que tiene cosas importantes que decir sobre cada área de nuestras vidas.

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Hay mucho que podemos aprender del simple hecho de que Dios, el Dios de la Biblia, es un Dios que le habla a la gente. Cuando nos referimos a la Biblia como la «Palabra» de Dios, estamos diciendo que el único Dios verdadero del universo es un Dios «que habla». Él no guarda silencio. Él no ha dejado a los seres humanos completamente a oscuras en cuanto a cómo pueden conocerlo, amarlo, adorarlo y servirlo. Él ha hablado a través de su Palabra.

Entonces, ¿qué aprendemos de la existencia misma de la Biblia? Primero, aprendemos que el Dios del universo quiere ser conocido.

Este es un punto clave que debemos considerar. El Dios que nos creó se ha esforzado por comunicarse con los seres humanos. Él se revela a las personas a través de su Palabra. Les enseña sobre su carácter, sus caminos y su plan. Les muestra cómo pueden entablar una relación adecuada con Él. Nuestro Dios habla porque está comprometido a invitar a las personas a tener una relación con Él, ¡para que realmente puedan conocer al Dios que los creó!

Además, Dios quiere relacionarse con su gente a través de su Palabra. A lo largo de la historia, desde las primeras palabras de Dios hasta Adán y Eva, vemos que la forma principal de Dios de relacionarse con los seres humanos es por medio de palabras. Dios le habló a Abraham, le dio la Ley a Moisés y se comunicó con su pueblo por medio de los profetas. Según Juan 1:14, «el Verbo se hizo hombre», y ese Verbo es Jesús, el Hijo de Dios.

Ahora, las Escrituras, su Palabra, guían a los cristianos a medida que lo siguen y se relacionan con Él. La Palabra de Dios es su forma principal de relacionarse con las personas. Por eso el pueblo de Dios siempre ha sido gente fiel a su Palabra.

Finalmente, desde la existencia de las Escrituras, aprendemos que debemos escuchar la Palabra de Dios. Dado que es la comunicación y revelación de nuestro Creador, el único Dios verdadero del universo, ¡la Biblia es la palabra más importante que podemos escuchar! Deberíamos esforzarnos por escuchar el mensaje de la Biblia porque el Dios que nos creó realmente ha hablado en ella.

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Esto es lo que Pablo escribe sobre la Palabra de Dios:

Toda la Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para reprender, para corregir y para instruir en la justicia, a fin de que el siervo de Dios esté enteramente capacitado para toda buena obra. (2 Timoteo 3:16-17).

Esta frase inspirada de Pablo ayuda a formar nuestra comprensión de la inspiración divina. La Biblia, según Pablo, en realidad es «exhalada» por Dios. En otras palabras, ¡la Biblia que leemos y estudiamos está tan estrechamente ligada a Dios como las palabras que hablamos están ligadas a nosotros!

¿Cómo exhaló Dios las Escrituras? Lo hizo por el poder de su Espíritu Santo. Esto es lo que queremos decir cuando hablamos de Dios inspirando a autores humanos a escribir los libros de la Biblia. Su Espíritu Santo estaba obrando activa y poderosamente en y a través de ellos mientras escribían. Hombres como Moisés, Samuel, David, Pablo, Pedro y Juan escribieron bajo la inspiración del Espíritu Santo.

Ahora bien, debemos hacer una distinción entre inspiración y dictado. ¡La inspiración no significa que Dios dictó cada palabra a los autores bíblicos o que de alguna manera mágicamente tomó sus manos y los obligó a escribir ciertas palabras sin que sus mentes estuvieran ocupadas en absoluto! La propia naturaleza de la Biblia nos dice que este no es el caso: fue escrita por medio de distintas personalidades humanas, con estilos y tonos que son representativos de los autores.

Sin embargo, la verdad de la inspiración nos dice que el Espíritu Santo de Dios estaba supervisando poderosamente cada parte escrita de las Escrituras, de modo que cuando Pablo escribió (desde su propia experiencia y con su propio estilo), estaba escribiendo palabras y verdades que completa y verdaderamente se alineaban con lo que Dios quería decir a los seres humanos.

Otro pasaje que debemos considerar aquí proviene de la segunda carta del apóstol Pedro. Pedro habla de los profetas, que escribieron y hablaron al pueblo de Dios, diciendo que fueron «impulsados» por el Espíritu Santo (2 Pedro 1:21). Esta es solo otra imagen que la Biblia nos da para dar a entender la inspiración divina.

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Estos hombres hablaron y escribieron por su propio poder, pero fueron «impulsados» por el Espíritu Santo de una manera poderosa, de modo que sus palabras estaban perfectamente unidas con la Palabra que Él habló a su pueblo, tal como Él lo planeó.

Entonces, ¿qué significa inspiración cuando hablamos de la Biblia? Significa que Dios está directamente detrás de las palabras de las Escrituras. Él supervisó soberanamente su narrativa por el poder de su Espíritu Santo. Él «impulsó» a los autores bíblicos y «exhaló» su Palabra a través de sus escritos. Por esto, podemos decir verdaderamente que la Biblia es la Palabra de Dios. Podemos decir que cuando la Biblia habla, ¡Dios habla!

Gracias a la doctrina de la inspiración, podemos decir verdaderamente que la Biblia es la Palabra de Dios. Sabemos que, en las Escrituras, tenemos una fuente de verdad que proviene directamente del Dios soberano que inspiró poderosamente sus palabras.

Dios hizo esto a través de autores humanos, que escribieron a partir de sus propias situaciones y con sus propios estilos y personalidades. Podemos decir con precisión que la Biblia es totalmente humana (escrita por autores humanos) y también totalmente divina (inspirada por Dios el Espíritu Santo en cada palabra).

Si hay una realidad simple que observamos en cada parte de la Biblia, es esta: Dios gobierna a su pueblo por medio de su Palabra. Para decirlo de una manera ligeramente diferente, la Palabra de Dios siempre está ligada a la autoridad de Dios, a su gobierno sobre su pueblo, con poder y protección, y con instrucciones y mandatos. De hecho, siempre que Dios habla, habla con autoridad.

La doctrina de la inspiración necesariamente debe conducir a la doctrina de la autoridad de las Escrituras. Si la Biblia realmente está inspirada por Dios, si se trata de «Dios hablando» por el poder de su Espíritu Santo, entonces la Biblia es un libro con gran autoridad. Es la verdadera Palabra de Dios.

Esto significa, simplemente, que no existe palabra con mayor autoridad en todo el mundo que la Biblia. Debido a que es verdaderamente la Palabra de Dios, es una palabra de autoridad y poder; debemos escucharla, y debemos responder con fe y obediencia. El Dios del universo ha hablado, y hacemos bien al escuchar y obedecer.

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Jon Nielson es pastor principal de la iglesia Christ Presbyterian Church of Wheaton en Wheaton, Illinois, y coeditor de Gospel-Centered Youth Ministry: A Practical Guide.

Contenido adaptado de Knowing God’s Truth by Jon Nielson, ©2023. Utilizado y traducido con permiso de Crossway, un ministerio de publicaciones de Good News Publishers.

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