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¿Necesitan los cristianos rusos más Bonhoeffers?

Líderes evangélicos europeos analizan cómo la pertenencia al cuerpo de Cristo debe guiar a los creyentes cuando sus naciones están en guerra.
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¿Necesitan los cristianos rusos más Bonhoeffers?
Image: Illustration by Mallory Rentsch / Source Images: WikiMedia Commons
Dietrich Bonhoeffer y la bandera de Rusia.

Ha caído el primer clérigo ante la nueva ley rusa.

Ioann Burdin, de la Iglesia de la Resurrección de Kostroma, a 215 millas al noroeste de Moscú, fue detenido por «desacreditar a las fuerzas armadas rusas» en su sermón dominical.

Al parecer, su parroquia también compartió una petición contra la guerra.

«Nosotros, los cristianos, no podemos quedarnos de brazos cruzados cuando un hermano mata a otro hermano, un cristiano mata a otro cristiano», decía la declaración, según informó el servicio ruso de la BBC [enlace en inglés].

«No repitamos los crímenes de los que aclamaron las hazañas de Hitler el 1 de septiembre de 1939».

¿Necesita Rusia —y el mundo— más personas como él?

Christianity Today informó anteriormente de la frustración de los líderes cristianos ucranianos al llamar a sus homólogos rusos a ser como Dietrich Bonhoeffer [enlace en español]. El famoso teólogo alemán fue ejecutado en los últimos días del Tercer Reich acusado de complicidad en un plan de asesinato contra el führer.

Los evangélicos ucranianos quieren que los evangélicos rusos al menos alcen la voz.

Cientos de ellos lo han hecho [enlace en español]. ¿Pero es justo pedirles que lo hagan? La nueva ley rusa, aprobada el 4 de marzo, prevé penas de hasta 15 años de prisión por el simple hecho de llamar «guerra» a lo que Putin llama «operación militar especial».

Cinco líderes evangélicos europeos hablaron con CT sobre si se debe priorizar la seguridad o la solidaridad.

CT: Ester en la Biblia, y Bonhoeffer en la historia, son ejemplos excepcionales de fe. ¿Pero deberían ser normativos para los cristianos —especialmente los líderes cristianos— en tiempos de conflicto?

Leonardo De Chirico, presidente de la comisión teológica de la Alianza Evangélica Italiana:

En cierto sentido, toda la Iglesia ha recibido la responsabilidad profética de denunciar el mal y la injusticia. Además, hay llamados proféticos específicos que los individuos reciben de Dios, y están dispuestos a pagar el precio de exponerse a represalias y persecuciones.

No todos estamos llamados a ser Esteres y Bonhoeffers en todas las circunstancias, pero algunos deberían hacerlo. Y todos deberían apoyarlos en el papel sacerdotal de la oración y la solidaridad.

La lealtad a nuestras naciones es buena, pero puede convertirse en un ídolo. La lealtad a Dios y a su iglesia mundial siempre tiene prioridad. Espero y oro para que los creyentes de las naciones implicadas demuestren que su unidad en Cristo es más fuerte que sus lealtades nacionales.

Marc Jost, secretario general de la Alianza Evangélica Suiza:

Me ha alegrado y animado mucho oír que mi homólogo ruso se ha pronunciado valientemente contra su propio gobierno [enlace en ruso]. Pero esto es principalmente una cuestión de vocación y mandato personal, más que un deber general de los cristianos, o de los rusos con pensamiento crítico.

Aunque, por supuesto, me parece muy bien.

La lealtad entre los cristianos trasciende todas las fronteras. El vínculo a través de Cristo es más fuerte que el de una nación, incluso más fuerte que el de la propia familia física.

Samuil Petrovski, presidente de la Alianza Evangélica Serbia:

Esta cuestión no es nueva. Hace muchos años, cuando los pastores ucranianos pidieron a los pastores rusos que se pronunciaran contra Putin, recuerdo que yo no estuve de acuerdo con ello.

Sé que la mayoría de los líderes cristianos de Rusia están en contra de la guerra. En sus iglesias oran por la paz y algunos se manifiestan públicamente. Están sometidos a mucha presión. Lo más importante es la unidad de los creyentes en Ucrania y Rusia.

En lugar de ser unilaterales, como han hecho algunas personas mostrando la bandera ucraniana y creando reuniones de oración por los ucranianos específicamente, deberían incluir también la bandera rusa y orar también por los rusos.

Los cristianos deben levantarse en oración, ofrecer ayuda práctica y hacer un llamado a la paz, orando por los líderes de ambos bandos. Debemos ser extremadamente cuidadosos para evitar un fuerte debate político, puesto que esto puede provocar que nuestros líderes cristianos pierdan de vista el enfoque y olviden la importancia de Cristo.

Durante el conflicto entre Serbia y Croacia, algunos pastores de iglesias evangélicas hicieron fuertes declaraciones en las que animaban a la OTAN a bombardear otro país. Otros pastores los condenaron por ello.

Las iniciativas de ambos bandos intentaron traer unidad, animándonos a orar en un país neutral cercano. Pero algunos rechazaron esta oferta, diciendo: «El único lugar donde podemos reunirnos a orar es en el cielo».

No debería ser así, ni en Serbia, ni en Rusia, ni en Ucrania.

Slavko Hadžić, coordinador de Predicación de Langham para los Balcanes Occidentales, desde Bosnia:

Los cristianos deben tomar partido por la justicia y la verdad, y contra la guerra y la violencia. Pero aunque no debemos callar por miedo, tampoco debemos hablar expresando nuestras expectativas de los demás. Nuestro motivo debe ser únicamente complacer a Dios.

En el reino de Dios no hay bosnios, serbios ni croatas. No hay ucranianos ni rusos. Solo hay quienes son hijos de Dios y quienes no lo son. Y el Diablo utiliza a algunos para el mal en todos los bandos.

En lugar de condenar a los que siguen callados, debemos orar para que Dios les dé orientación, valor y sabiduría para saber qué, cuándo y cómo hablar.

Vlady Raichinov, vicepresidente de la Alianza Evangélica Búlgara:

En la Biblia abundan los relatos de oposición contra monarcas y autócratas crueles por motivos de fe. La historia de la Iglesia también cuenta de muchas voces que se alzaron contra la injusticia.

Pablo dijo: «Que su conversación sea siempre con gracia, sazonada como con sal, para que sepan cómo deben responder a cada persona» (Colosenses 4:6, NBLA). Esta combinación de gracia y sal debería caracterizar nuestra respuesta a cualquier conflicto público. Con amor y veracidad, misericordia y virtud, aplomo y perspicacia, evitamos la tentación de ser insensibles y poco amables, o tímidos y retraídos.

Esto es especialmente cierto en los regímenes autoritarios.

La conciencia a veces susurra discretamente, una voz tímida que nos recuerda nuestra identidad, valores y compromisos. Otras veces es fuerte, contundente y estridente, un delator interno que nos obliga a buscar un cambio evidente.

Como «conciencia de la sociedad», la iglesia suele hablar de forma discreta, clandestina y de boca en boca. Subvierte los valores sociales de persona en persona, difundiendo lenta y pacientemente su sal y su luz, hasta que consigue hacer tantos agujeros en los cimientos morales del tirano que finalmente su poder se agota y su dominio se derrumba.

Pero otras veces, el Espíritu lleva a los cristianos a alzar una voz aguda e intransigente contra los crímenes que han ido demasiado lejos. Y entonces la iglesia, todavía alimentada por el Espíritu de Dios, se convierte en quien lleva a cabo el disparo inicial y lleva la bandera de grandes cambios tectónicos en toda la sociedad. Su sal y su luz influyen entonces en las masas para que perciban la injusticia y las motivan a hacer algo al respecto.

Nuestras oraciones son para que Dios guíe a los cristianos de Rusia a escuchar atentamente la tranquila y silenciosa voz de Dios, a mantener fielmente su vocación de predicar el Evangelio y a seguir valientemente el llamado de Dios a hacer lo necesario en su terrible situación.

CT: ¿Qué nivel de amenaza es necesario para que un cristiano se vea obligado a hacer algo contra el mal?

De Chirico (Italia):

Cuanto menos personal e inmediato sea el nivel de amenaza, más difícil será motivarse contra él. Si hablamos del mal sistémico, algunas personas ni siquiera lo reconocen, y mucho menos hablan contra él.

Aquí nos enfrentamos a una guerra, a personas que mueren, a la destrucción y la desesperación, y a la amenaza de las armas nucleares. Puede que las cosas parezcan geográficamente distantes ahora, pero si no se detienen, sus efectos en cadena pronto llegarán a todo el mundo.

Este nivel de amenaza nos obliga a todos a hacer algo.

Jost (Suiza):

Toda injusticia, y todo lo que pone en peligro a nuestros semejantes, debería ser un llamado para que los cristianos hagan algo al respecto.

Pero no todo mal es responsabilidad mía. Cuando Dios le muestra a un individuo cristiano una injusticia, y le toca el corazón para actuar, entonces esa persona debe ser obediente a Dios.

Petrovski (Serbia):

Los cristianos deben alzar la voz en todos los ámbitos, no solo cuando se produce una tragedia. Sobre todo cuando el mal está en nuestros propios barrios, y muchas veces esto puede ser impopular.

Pero es muy interesante que en el Nuevo Testamento no encontremos a los apóstoles escribiendo directamente contra el césar y las autoridades romanas, sino haciendo un fuerte llamado a la oración y la perseverancia, y retando a los cristianos a ser sal y luz en tiempos de crisis.

Hadžić (Bosnia):

Como cristianos, siempre tenemos que oponernos al mal. Un mal mayor requiere una respuesta mayor, pero no tenemos que esperar a que crezca.

Es muy importante recordar que nuestra lucha no es contra carne ni sangre, sino contra los principados celestiales. Si miramos con criterios seculares, hay un bando que es culpable y otro que es inocente.

Pero según los criterios bíblicos, todos somos culpables. Hay personas que sufren en todos los bandos, hay hijos de Dios en todos los bandos, y hay necesidad de la misericordia de Dios en todos los bandos.

Cuando se sufre y se tiene dolor o miedo, es difícil evitar mirar al otro como malvado. Sin embargo, debemos reconocer al Diablo y enfrentarnos a él.

Raichinov (Bulgaria):

Como dice el Libro de los Proverbios «¡Levanta la voz por los que no tienen voz! ¡Defiende los derechos de los desposeídos!» (v. 31:8, NVI). Se trata de un llamado de acción general, válido para los seguidores de Jesús, en todas partes. Sin embargo, en el día a día, cuando los cristianos están en las trincheras, ocupados vendando heridas y brindando consejo y consuelo a las víctimas, el nivel de amenaza debe evaluarse sobre el terreno, según lo que Dios ponga en nuestros corazones.

Un grito silencioso causado por un abuso será más reconocible para las personas que han adquirido experiencia en el trato con la violencia o el tráfico de personas; sin embargo, otras podrían ser ajenas a las señales de peligro. La pérdida de vidas durante una guerra o una pandemia puede acabar siendo una estadística en una pantalla de televisión; sin embargo, cuando golpea más cerca de casa, o cuando se ministra a personas afligidas, refugiados desesperados o familias rotas, entonces el nivel de amenaza se percibe de forma diferente.

Pero en una escala más amplia, el nuevo mandato de Jesús de amar crea en nosotros un corazón sensible y solidario que se identifica con las personas que sufren, sin importar qué tan grave sea su situación, y las atiende.

¿Qué tan bajo es el límite? Es tan bajo como la dignidad personal, la salud o la vida de cualquier ser humano amenazado por otra persona, o por un desastre natural.

¿Es la posibilidad de éxito un factor legítimo a considerar? ¿O aun el más pequeño acto es un grano de mostaza?

De Chirico (Italia):

Los profetas actúan independientemente del resultado, dispuestos a enfrentarse a la oposición antes que a ganar el caso. Solo se preocupan por afirmar la verdad y denunciar el mal, llamando a todos al arrepentimiento.

Pero la Biblia también nos llama a una responsabilidad real: llevar una vida ordenada y cuidar de los demás. En este papel, debemos sopesar distintos factores. Todo depende del papel (profeta, sacerdote o rey) al que demos prioridad.

Jost (Suiza):

Como cristianos, siempre se nos invita a razonar empatando, tanto la capacidad de pensamiento que nos ha sido confiada, como las inconmensurables posibilidades de Dios. La combinación de ambas constituye la verdadera sabiduría.

Petrovski (Serbia):

Los cristianos deben oponerse a cualquier forma de mal —especialmente la guerra—, pero no solo cuando la guerra ha comenzado. Deberíamos enseñar a todos los creyentes a no tomar partido, a no acusar a los hermanos y hermanas en Cristo, y a no exigirles que actúen sin conocer toda la historia.

En cambio, deberíamos invitar a todos los cristianos del mundo a orar por Ucrania, Rusia, la Unión Europea y Estados Unidos. Se trata de una amenaza global, y es esencial que seamos pacificadores.

Hadžić (Bosnia):

El éxito se encuentra en la lucha contra el miedo —o las expectativas de los demás— y en la defensa de la verdad y la justicia. Si no hacemos nada, nunca sabremos qué pasaría si lo hiciéramos. Debemos hacer lo que es correcto, y lo que Dios nos llama a hacer, independientemente de cualquier posibilidad de éxito.

Raichinov (Bulgaria):

Esta no es una cuestión fácil. Nuestra memoria colectiva está repleta de historias de persecución totalitaria. Pero mientras los líderes sufrían presiones, las congregaciones se aferraban a su fe, se reunían en secreto y pasaban Biblias de contrabando a pesar del peligro inminente de ser denunciados a los vigilantes comunistas.

¿Preveían el éxito y cómo se habría medido? La única lección que destaca es su compromiso con el poder subversivo del Evangelio. Su sedición era espiritual: proclamar a Jesús, orar por el cambio gubernamental, enseñar a sus hijos a memorizar las Escrituras, vivir una vida íntegra y amar al prójimo.

Al final, los regímenes se desintegraron desde dentro. Consciente o instintivamente, la iglesia contribuyó a socavar el sistema de valores autocráticos y a difundir silenciosamente una visión diferente del mundo.

Jesús aconsejó en el Sermón de la Montaña: «No resistan al que les haga mal» (Mateo 5:39). ¿Cómo influye esto en la decisión?

De Chirico (Italia):

Hay bibliotecas enteras sobre la interpretación del Sermón de la Montaña. Considero que no se refiere principalmente al papel del Estado, sino al trato personal con las personas malvadas, dispuestas a pagar el precio personal de su maldad.

Jost (Suiza):

El Sermón de la Montaña nos interpela en nuestras relaciones personales y nos anima a ser pacificadores. Los cristianos con responsabilidad política también tienen un poder estatal que ejecutar y, por ejemplo, un ejército que dirigir.

Pero Juan el Bautista no pidió a los soldados (romanos) que depusieran las armas, sino les dijo: «No extorsionen a nadie ni hagan denuncias falsas».(Lucas 3:14).

Petrovski (Serbia):

En el Sermón de la Montaña, Jesús nunca llamó a los disturbios ni a los movimientos de carácter político. Y Pablo nos llama a bendecir a nuestros enemigos, en lugar de maldecirlos.

Durante nuestra guerra, algunas iglesias de ambos bandos oraron públicamente una bendición sobre sus «enemigos», pero hubo otros pastores que voltearon hacia el gobierno, buscando su influencia.

Escuchaban al césar en lugar de a Cristo.

Hadžić (Bosnia):

No debemos buscar la venganza y no debemos devolver el mal con el mal.

Los cristianos no luchan contra el mal con odio, sino con amor; no con maldiciones, sino con la oración y la bendición.

Donde el mal busca destruir, nosotros buscamos construir.

Raichinov (Bulgaria):

Al fin y al cabo, la justicia y la venganza pertenecen al Señor. Jesús nos ha dicho que estemos dispuestos a poner la otra mejilla, y este es un valor básico de nuestra fe cristiana. Implica no solo buscar la paz y tender puentes, sino también apreciar incluso al agresor como un ser humano creado a imagen de Dios y necesitado de su gracia.

A medida que la iglesia crece en su estructura y es reconocida en la sociedad, se convierte en una imagen visible de cómo Dios desea que viva la gente. En este nivel, la iglesia tiene otra tarea: desafiar el orden mundial y ofrecer en su lugar el sistema de valores invertido de Jesús.

Como entidad contracultural, la iglesia debe ser disidente, declarando lo que Dios dice contra la injusticia y el mal. En un mundo de desorden y desinformación, roto sin remedio, la iglesia debe servir de faro de paz y verdad.

Su responsabilidad es desafiar a las fuerzas demoníacas, llamarlas por su nombre y orar fervientemente contra su propagación. Al resistirse al odio y a la depravación; al identificar cosas como la guerra y la tiranía con sus nombres reales; y al trazar una línea clara sobre la perversidad moral, el poder ensimismado y el pecado humano, la iglesia le está brindando a este mundo un marco de referencia mientras apunta a otro reino, uno de shalom y amor.

Traducción y edición en español por Livia Giselle Seidel.

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