Recientemente recibí una carta escrita a mano por un pastor de la India.

Su nombre es Roy. Yo no conocía a este caballero y nunca habíamos intercambiado correspondencia. De alguna manera encontró la forma de contactarme, y me habló de las dos congregaciones que dirige en Andhra Pradesh y de su gran deseo de estudiar la Biblia.

El final de su carta me sacudió: «No tengo dinero».

Roy no es el único. Innumerables líderes pastorales en todo el mundo están ansiosos por dirigir fielmente sus iglesias, pero carecen de acceso a la capacitación. Este es especialmente el caso en contextos mundiales mayoritarios en América Latina, África y Asia, donde el evangelio continúa creciendo rápidamente, con cientos de nuevas congregaciones que nacen diariamente.

Fundada en 1846, la Alianza Evangélica Mundial (WEA, por sus siglas en inglés) ahora representa iglesias de más de 130 países y estima que 50 000 nuevos creyentes son bautizados cada día. Estos creyentes necesitan líderes pastorales que estén capacitados para dirigir eficazmente a sus congregaciones.

El desafío se pone de relieve cuando lo comparamos con Estados Unidos, donde hay un pastor capacitado por cada 230 personas. En comparación, las iglesias del mundo mayoritario tienen un pastor capacitado por cada 450 000 personas.

Este colosal desequilibrio en el liderazgo solo se expandirá a medida que la iglesia del mundo mayoritario continúe creciendo. La educación teológica ya está teniendo dificultades para responder a la demanda y, a menos que algo cambie, la brecha solo aumentará en el futuro.

Si queremos satisfacer las necesidades de capacitación de miles de pastores como Roy, debemos reiniciar la tendencia mundial. La educación teológica, sin importar su forma, tiene una larga historia de fragmentación, y la mayoría de los programas operan de forma aislada, sin un sentido de colegialidad. Lamentablemente, esta postura introspectiva hace que la capacitación sea aún menos accesible para los ministerios locales, debilitando la capacidad colectiva de preparar líderes para la iglesia del Señor.

La educación teológica necesita una nueva postura.

Esto quedó en clara evidencia en noviembre pasado en Esmirna, Turquía. La 18.ª consulta del Consejo Internacional para la Educación Teológica Evangélica (ICETE, por sus siglas en inglés), lanzada por primera vez por la WEA en 1980, reunió a aproximadamente 500 líderes de 80 países, que representan a más de 290 ministerios de capacitación en todo el mundo, a fin de dilucidar un enfoque global integrado para las demandas de liderazgo de la iglesia, tanto en el presente como en los años venideros.

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Al unir una red de casi mil seminarios de todas las regiones del mundo, ICETE ha sido visto históricamente como un paraguas de servicios para los sectores formales de la educación teológica. Los ejemplos estadounidenses incluyen Lancaster Bible College, Wesley Biblical Seminary y Moody Bible Institute, junto con sus homólogos internacionales como la Escuela de Posgrados en Teología de Etiopía, el Seminario Teológico Asiático y Bethlehem Bible College.

Pero en los últimos tres años, nuestra base se ha expandido significativamente para incluir la educación teológica no formal y menos estructurada. De hecho, en ese momento no teníamos ninguna de estas instituciones.

Recientemente, ICETE ha dado la bienvenida a ministerios de capacitación como el Consorcio Internacional de Liderazgo con sede en Cru, la Coalición Internacional de Capacitadores de Pastores (TOPIC) (por sus siglas en inglés) y la Red de Asociaciones de Crecimiento de Programas de Formación para Líderes de las Iglesias en toda Asia, con el objetivo de honrar su deseo de beneficiarse de nuestra interconexión global. Esto incluye crear relaciones con los seminarios tradicionales para compartir con estudiantes no formales las herramientas y cursos cortos a menudo asociados con la educación superior, como comentarios bíblicos, teología simplificada y homilética innovadora.

Además, muchos de estos programas quieren garantizar un control de calidad, validado bajo la guía de líderes académicos. Al elevar su credibilidad, los programas no formales ofrecen caminos, no solo hacia una mayor eficacia ministerial, sino también hacia una educación más rigurosa.

Hoy en día, casi la mitad de nuestros miembros asociados son instituciones no formales.

El aspecto formal de la educación teológica también ha acogido con satisfacción una mayor interacción. En todo el mundo, los seminarios han luchado por operar con toda su fuerza, especialmente después de la pandemia de COVID-19, y han disminuido gradualmente su capacidad para comprender y satisfacer las necesidades contextuales del liderazgo de la iglesia.

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A través del diálogo con líderes no formales que generalmente están más estrechamente conectados con la vida de la iglesia, los seminarios se vuelven más conscientes de la realidad diaria dentro de las iglesias y pueden ajustar sus programas para producir más graduados preparados para el campo. Inspirado por la conferencia ICETE, el Seminario Bíblico Shalom en India ya ha colaborado con organizaciones paraeclesiásticas para crear un nuevo curso para el liderazgo eclesiástico de la próxima generación.

En todo el mundo, líderes de todas las regiones y de todo tipo de ministerios están cada vez más convencidos de que, sin importar cuál sea la tarea que tengan por delante, es demasiado grande para cualquiera de ellos por sí solo. El tema en la reunión de Esmirna fue «Educación teológica formal y no formal: más allá del diálogo», y ya vemos indicios de una renovación práctica.

En Nigeria e India se están elaborando normas para medir la eficacia de la formación espiritual. Se han iniciado programas de liderazgo pastoral oral en Sudán del Sur, Uganda y Etiopía, y pronto lo harán en Tanzania y Senegal. Y se están estableciendo centros de colaboración regional en América del Sur y África para vincular a socios en contextos locales similares.

También se le ha pedido a ICETE que reúna a líderes clave para discutir y garantizar la calidad a través de microcredenciales y la educación teológica basada en la competencia. A medida que estos enfoques innovadores se perfeccionen aún más, abrirán nuevas oportunidades para certificar un número más amplio de programas, fortaleciendo la colaboración entre diversos sectores de la educación teológica.

En cada región representada por ICETE, escuchamos informes sobre cómo nuestra conferencia estimuló una reflexión seria que ya ha fijado nuestra agenda para la próxima consulta global en marzo de 2025: ¿Cómo puede toda la educación teológica unirse para equipar a la próxima generación?

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Aunque sabemos que el Señor Jesús construirá su Iglesia en última instancia, durante la era presente debemos hacer todo lo posible para acompañar este esfuerzo a fin de que la Iglesia se fortalezca para permanecer en la misión hasta el regreso de Cristo. No podemos continuar con una educación teológica desconectada y fragmentada, y esperar satisfacer las necesidades de líderes eclesiales como Roy en la India, y muchos otros como él. La renovación ha comenzado y el ICETE servirá para cultivarla.

En la noche inaugural de nuestra semana en Esmirna, dirigí a las personas a repetir conmigo la siguiente petición: «Señor, que nuestra consulta no se mida por nuestros números, sino por nuestra reciprocidad en un objetivo común: fortalecer la iglesia de Cristo».

Que esta sea nuestra oración constante.

Michael Ortiz es el director internacional de ICETE.

Traducción por Sergio Salazar.

Edición en español por Livia Giselle Seidel.

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